05.

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Juanjo.

Al día siguiente.

—Vale, entonces, a ver si lo entiendo, —asentí mirando a Martin, que estaba sentado en la silla que había justo frente a mi escritorio— la mujer esta, estaba tan aburrida que cuando se divorció dijo voy a denunciar a mi marido y que me de al perro... porque realmente no tiene otra razón.
—Vale, no. No has entendido una mierda.
—No?
—No, Martin. Esmeralda no estaba aburrida y denunció a su marido porque sí. Es una mujer herida, tú es que nunca has estado enamorado o que?
—Pues si, precisamente por eso. Si tan enamorada estás no intentas joderle la vida al amor de tu vida, así lo veo yo. Además el amor es algo que va y viene, sin más.
—Sin más? Está claro que no te has enamorado en tu vida.
—Tu si?
—Si, una vez.
—Y como es enamorarse, venga, estirado, tu que sabes tanto.
—Habíamos quedado que no más estirado ni niñato.
Tienes razón, mea culpa, te invito a un café como disculpa. —El chico se puso en pie pero yo lo miré serio, negando con mi cabeza.—
—Vuelve a sentarte Martin, son las diez, nada de descansos hasta las once y media. —Martin suspiró exasperado como un niño pero, para mi sorpresa, me hizo caso y tomó asiento.— Que Esmeralda haya denunciado a su marido, no quiere decir que no le quiera o que no le haya querido. Lo quiso mucho, cuando uno decide casarse lo hace por amor. —Hice una pausa, pensando lo que acababa de decir y rectifiqué.— En la mayoría de los casos, claro. Y sobretodo, en este caso. Esmeralda aún sigue amando a su marido pero la engañó. Mientras que Esmeralda pasaba las noches durmiendo sola pensando que su encantador marido trabajaba hasta tarde, en realidad, este lo único que hacía era ir de bar en bar y terminar cada noche con una chica diferente. Privó a Esmeralda de trabajar e incluso de relacionarse con la gente que más quería. El marido, —revisé los documentos del caso buscando el nombre, hasta que di con el— Cristian, no quería una mujer, sino una esclava. Y después de todo aquello, de que le quitase incluso hasta lo que a ella le pertenecía, Esmeralda aún sigue queriéndole y lo único que pide a cambio es a su mascota. Su única compañía durante cuatro años de matrimonio.
—Joder, ahora entiendo porque mi tío te idolatra tanto, sabes convencer muy bien.
—Soy abogado, Martin, es mi trabajo. A veces no estoy de acuerdo con lo que me toca defender, pero el caso de Esmeralda, que a simple vista parece una tontería, es demasiado triste, y merece algo que la recompense, algo con lo que ella pueda sentir que algunos de los trozos de su corazón roto, se puedan volver a unir.

La puerta se abrió haciendo que Martin y yo nos sobresaltásemos. Sebastián se coló dentro de mi despacho con agilidad, lucía bastante serio.

—Genial, me alegra ver que estáis juntos. Necesito hablar con ambos.
—Tu dirás, Sebas, somos todo oídos.
—No molesto, no?
—A ver... —Martin comenzó a hablar pero yo le propiné una patada mientras reía nervioso.—
—Por supuesto que no, Sebas, solo estábamos ideando una defensa para el caso de la señora Rodríguez. Cuéntanos.
—Bueno, más que hablar venía a proponeros algo. Un congreso, en Valencia. La semana que viene.
—Un congreso?
—Si, había pensado que quizás podríamos ir los tres. Se lo he propuesto a Álvaro pero ha declinado mi oferta, prefiere quedarse aquí poniéndose al día, después de su reincorporación.
—Bueno, sí, puedes contar conmigo, Sebas. Pero que pasa con el caso de la señora Rodríguez?
—Si no lo tengo mal entendido, la conciliación se celebra Viernes, no? —Asentí de manera inmediata.— Nosotros saldremos Lunes y Jueves por la tarde estaremos de vuelta en Madrid. Así que no supondría un problema. Martin?
—Que pinto yo en un congreso?
—Ampliar tus conocimientos, por ejemplo. Juanjo podría ayudarte mucho.
—Ya estamos otra vez con la niñera. —Volví a propinarle otra patada al escuchar el apodo que había elegido esta vez para mí.— Vas a parar o que? —El Vasco me hablo en un susurro pero Sebas se dio cuenta.—
—Que os ocurre?
—Nada, sí, tío, cuenta conmigo.
—Genial, pues le diré a Susy que reserve las habitaciones y el ave. Os dejo seguir trabajando, agradecería si al final de la jornada me contáis un poco sobre cómo lleváis el caso.
—Claro, Sebas, no te preocupes.

La ley del amor - Juantin/MajosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora