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Sermersooq / Groenlandia.
Ilenko.
Las astillas de madera vuelan con el impacto del hacha que
atraviesa el tronco. Se queda atascada y la vuelvo a sacar
estrellándola con más fuerza. Tres años y me sigo preguntando
cuándo desaparecerá el ardor que me quema los órganos internos,
la grieta que deja escapar todo el odio, la rabia y el rencor que llevo
dentro.
Los gusanos internos no me carcomen, no me debilitan, porque mi
lado perverso los absorbe pudriendome más de lo que ya estaba.
Mis fosas nasales anhelan el olor de la sangre, mi instinto elsabor
de la venganza y es que eso es lo mejor de la espera, porque entre
más tiempo pasa, más grande se va creyendo el enemigo.
El hacha recae tres veces más y no solo corto leña, ejercito la
muñeca que maniobrará el cuchillo y practico la cortada
certera que es capaz de separar miembros de un solo tajazo.
Repito la acción siete veces más y recojo los troncos que
junto al lado de uno de los hornos industriales.
Arrojo uno por uno avivando las llamas que funden el metal que
se convertirá en armamento. Los hornos arden y tomo los restos
del Petrov que me trajeron mis hombres.
—Koldum —se lo lanzo al león que se pone en pie atrapandolo
con la boca. Ya no es un cachorro, ahora me llega más arriba de
la cintura, tiene una espesa melena albina y garras capaces de
levantar la piel de cualquier espalda.
Limpio mis manos y me desplazo a la mesa de planos añadiendo
detalles, perfeccionando los sistemas de lo que había imaginado
creando armas únicas en el mundo, «Las mías siempre lo han
sido», pero ahora serán mucho más violentas, con más alcance y
más fuerza.
He creado ametralladoras, rifles, pistolas, bombas, misiles y
cañones al igual que balas y explosivos con el único fin de volver a surtir a los míos. Todo tiene la marca de la Bratva como así también esas líneas
en forma de cruz que trazo en la punta de cada proyectil para que desgarre por dentro destrozándole los órganos y es que esta vez el regreso quedará en la historia y en la memoria de todos. Desde que abrí los ojos por primera vez me inculcaron lo que sería, de dónde venía y lo que iba a dirigir. Crecí entre la sangre, entre peleas y disputas. Me formé entre perversiones estando cara a cara con la barbarie
portando el gen sádico, desalmado y depravado de los Romanov.
Siempre hemos sido los malos, los tramposos, los ladrones y la
mafia que solo es fiel a sí misma y eso nos tiene como nos tiene.
Nos están cazando, quieren someternos, pero se les olvida que el
amo soy yo y no ellos. El armamento se está moviendo a las
cavernas escondidas de Sodom y es poco lo falta para alcanzar la
cifra que hace falta.
Me mantengo lejos porque al volver sé que no haré más que
masacrar, de regreso no haré más que recordar lo que ya no tengo y
una vez fuera de aquí le daré inicio a lo planeado y es hacer que
todos se lamenten por el regreso de Ilenko Romanov.
Ahora no somos más que una pandilla entre simples mafias,
somos ladrones que buscan la manera de subsistir y la piedra en
el zapato que se niega a rendirle pleitesía a la pirámide.
El león se mueve atrás y mi instinto me hace voltear
decepcionandome al percibir el latigazo en el pecho, ¿A quién
espero ver? ¿A la persona que siempre me abordaba por detrás y me
decía “Aprendí algo nuevo, Boss”?
La muerte del Underboss pica en mi garganta moviendome a
empacar, sellar y revisar las cajas que traslado a los barcos que
terminarán en Rusia.
Lo que no quería que pasara pasó y era aRachelJames en el
poder, aRachelJamesdirigiendolapirámide,demostrandola
astuciadelasJames.Sabíaque en laFEMFoenlamafia iba a
ser un completo problema y nome equivoqué.
Ahora es la mujer más importante de la pirámide al lado de
Antoni Mascherano, siempre tuvo dos opciones; el coronel y el
italiano. Se alió con el segundo, está ardida y quiere la revancha.
No perdona lo de su hermanita, sigue dolida por la muerte del
marido y la traición de la FEMF.
Los clanes la siguen, la admiran y caen en sus juegos como
siempre lo ha hecho todo el mundo, pero para su mala suerte yo
no soy como los demás.
—Señor —la voz de Salamaro llega a mis oídos cuando entra
seguido con dos asesinos expertos de la Bratva.
El grueso abrigo está lleno de nieve y se baja la capota antes de acercarse. El tono, la cara y la tensión que denota no auguran
buenas cosas y algo me dice que es.
—Atraparon a Yura —me suelta haciéndome voltear—. La mafia
rusa se ha quedado sin Boss y ella ya anunció la caída definitiva de
la Bratva.
Endurezco la mandíbula mirando al león que ronda ansioso como
si lidiara con lo que tengo dentro, se me acerca por un lado y de un
momento a otro se sale de control obligándome a sujetarle el cuello cuando intenta irse en
contra de los hombres que acompañan a Salamaro.
—¿Qué haremos? —pregunta el moreno.
—Mala pregunta —contesto conteniendo la furia de mi león—
¿Qué no haremos? Esa es la pregunta correcta.
Salir conlleva muchas cosas y si abandono este sitio es para no
volver a encerrarme. Una vez fuera es afrontar la realidad y darle
rienda suelta a lo planeado
Meto los brazos en la chaqueta del perchero, apago los hornos y
salgo a la nieve dándole al mundo lo que quiere y es el regreso de
Ilenko Romanov.