Capitulo I: Un nuevo yo.

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En el frío invierno que acechaba a toda costa en Londres, donde las hojas del otoño estaban ya cubiertas por la nieve que caía intermitentemente y el sol era incapaz de disolver la nieve que se encontraba en esas calles, un chico llamado Arthur, se hospedaba.

Su jornada de trabajo había terminado, pues debía trabajar para pagar sus gastos y cumplir su sueño de ser un escritor bien pagado y poder solventar todos los gastos que conlleve la adultez. Pero ahora, solo era un niño, ¿por qué debería preocuparse por algo así? Claramente era por qué sus padres se habían olvidado de él, insistiendo en que su vida cobraría sentido si se independizaba y comenzaba a emprender por sí mismo. Era algo confuso, pues él al terminar la escuela preparatoria, le insistieron en trabajar para pagar sus estudios. Le era difícil, pero después de emprender diariamente y esforzarse ante todo, pero su sueño porfin sería cumplido.

De una caja de zapatos, algo dañada por la humedad que venía con el invierno, tomo una paca de billetes, los cuales, había ganado por su gran esfuerzo.

El chico comenzó a contar cada uno de ellos, separándolos por valor, y comenzando a contarlos uno por uno. Al llegar a la cantidad de €3,000 libras, se emocionó, pues sabía que le alcanzaría para dos meses de estudio en lo que acumulaba aún más dinero. Apresurado, abrió la computadora que estaba posicionada en su mesa de noche,  y comenzó a buscar alguna universidad que tuviera una buena reputación y el nivel de enseñanza fuese adecuada.

Encontró varios lugares, uno mejor que otro, pero Arthur, siendo solo un chico de 18 años que anhelaba el estudio, y era poco el dinero con el que contaba para solventarse a sí mismo, decidió dejarse guiar por el precio de cada una, apartando los lugares más caros, de los más baratos, y viendo las mejores reseñas de ellos. Al final, encontró una prestigiosa universidad, con buenas reseñas y una adecuada apariencia. Decidido por ella, dio un salto de entusiasmo, y se recostó sobre su cama, anhelando que se hiciera de día, mientras soltaba un pequeño suspiro, y poco a poco, dormía.

Al día siguiente, alrededor de las 7:30 de la mañana, pegó un brinco de la cama al escuchar la resonante alarma en su oído. Tomó su abrigo rápidamente, así sin más, con la misma ropa que portaba de ayer, y salió como un cohete de su casa, portando en mano el dinero que con esfuerzo había conseguido.

Al llegar y mirar la escuela, una visible sonrisa se pasmo en su rostro. Su expresión reflejaba un claro entusiasmo por aquella escuela que se veía tan próspera, por lo cual, sin más rodeos, entró rápidamente.

Al entrar y mirar todos los chicos que había, se sorprendió, pues nunca antes había estado rodeado de esa multitud de adolescentes, todos con un estilo distinto. Se adentró más y más, distraído por la variedad de cosas que había por observar. Estaba tan distraído, que ni siquiera se percató de que un chico se encontraba a centímetros de él, por lo que no pudo impedir el choque entre ellos. Exaltado, Arthur soltó un quejido, y no tardó en disculparse con el chico, mientras portaba una clara vergüenza y un leve sonrojo en su rostro.

— P-perdón...yo no quise-solo, venía distraído y...no te vi. —

El otro chico, con una sonrisa, insistió.

— No te preocupes, debes ser nuevo, ¿no? —

Arthur asintió levemente, aún sonrojado por el pequeño percance ocurrido hace unos instantes.

— Bien, te guiaré a la oficina del señor Smith.  —

Resaltó el chico.

Ambos comenzaron a caminar a la par del otro, con un incómodo silencio interponiéndose entre ellos. El chico, decidió romper el incómodo ambiente que se pasmaba entre los dos.

— Y...¿Cómo te llamas? — consultó.

— Arthur Samuel, pero prefiero "Arthur"...— contestó, algo apenado y con la cabeza agachada.

— ¿Y tú? — prosiguió.

— Dime Tyler. — confesó con una leve sonrisa.

Arthur sonrió levemente, y decidió levantar la cabeza para seguir adelante. Se aproximaron a la oficina, cuando la campana de clases sonó repentinamente.

— Bueno, la oficina está a unos cuantos pasos de aquí, te será fácil encontrarla, pues tiene su nombre pasmado en la puerta.— dice Tyler, con una sonrisa.    
— Iré a clases, espero verte ahí después de hablar con el señor Smith, tranquilo y ¡suerte!— resaltó, antes de avecinarse a su salón, cerca de ahí.

Arthur siguió con el camino, tal y como Tyler le había indicado. No tardó en llegar a la oficina, pues claramente, Tyler tenía razón. Al llegar, suspiró levemente, preguntándose si debería tocar, o entrar sin más preámbulos, pero, al final, decidió tocar levemente la puerta. Aquel golpe, se escuchó como si una pequeña roca hubiese sido aventada contra la puerta, pues lo había hecho algo apenado. Una voz ronca y firme, provino de adentro de la oficina, profesando un alto y resonante "adelante".

Arthur, tomo la perilla de la puerta y la rodó con delicadeza, como si no quisiese ser escuchado por cualquier persona que se encontrara dentro. Al entrar, encontró a un hombre alto, bien vestido y con un perfume que inundaba el cuarto de manera inmediata.

— Siéntate.— ordenó aquel hombre, con un tono firme.

Arthur se sentó de manera inmediata en la silla que se encontraba posada delante del escritorio de aquel hombre. Movía sus pies en señal de tensión, y sus manos no paraban de sudar, mientras esperaba una respuesta o algún sonido que proviniera y lo ayudara a comenzar la plática.

Un carraspeo proveniente de aquel hombre, lo hizo reaccionar.

— Uhm, disculpe las molestias y si lo tome desprevenido en el momento inadecuado, pero quería preguntarle si aún podría inscribirme, y el precio de todo eso. — confesó  Arthur.

— Bien, te daremos la clase de prueba hoy, y mañana tendrás que traer los artículos y papeles requeridos para la autorización de tu entrada. Además, el costo mensual de su educación, es de €1200 libras. — comentó aquel hombre.

Arthur se emocionó al escuchar aquella cantidad. €1200 libras... Wow, le alcanzaba perfectamente, y las cosas que debería llevar eran tan fáciles de conseguir. Inmediatamente, él asintió y se levantó.

— Muchas gracias, señor. — comentó.

— No hay de que. Puedes retirarte para la primera clase, suerte. —

Arthur salió disparado hacia el salón correspondiente, portando una sonrisa en labios y una clara emoción al caminar.

Fórmula correcta, resultado incorrecto. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora