Capitulo II: ¿Qué será?

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Arthur, llegó lo antes posible al aula en la que debía permanecer. Tocó la puerta, ahora con más entusiasmo y adentramiento. Un profesor, algo extrañado, lo recibió, abriendo la puerta levemente, para ver quién era.

Extrañado, el profesor preguntó:

— ¿Quién eres? —

— Arthur. — contestó, algo apresurado. — Soy un chico nuevo, por lo que esta sería mi primera clase. —

El profesor asintió levemente, y lo dejó pasar.

Arthur, animado, entró al aula. Rápidamente se percató de que aquel chico con el cual se había topado en su previo ingreso, se encontraba ahí. Una sonrisa se formó en su rostro al mirarlo, y rápidamente, tomó asiento a su lado, sin más que decir.

— Bienvenido... — susurró Tyler mientras le dedicaba una sonrisa.

Arthur sonrió levemente, y asintió, siendo este un gesto de agradecimiento.

Las clases comenzaron, siendo la primera de ellas, la clase de Filosofía, con el profesor Jones, quien portaba un elegante traje reluciente, mocasines, y un peinado firme, el cual se veía cubierto de gel. A Arthur le pareció algo gracioso, pues el peinado parecía ser el que portaba un niño de primaria cuando su madre lo obligaba a peinarse. Tal vez y su madre lo siguiese peinando. Él, sacudió suavemente la cabeza, expulsando todos esos pensamientos que provenían al verlo, pues debía concentrarse en lo que realmente le importaba, y para lo que iba; a estudiar.

Concentrado en las clases, mientras el maestro explicaba cada detalle, no se percató de lo rápido que terminó la primera clase. El sonido de el timbre al finalizar las clases, lo hizo estremecer, pues en nada lo esperaba. Volteó la cabeza hacia Tyler, y cuestionó:

— ¿Tan pronto? ¿Qué clase sigue? —

— Literatura, con el maestro Viktor. Lo amarás, es muy atento y amigable en sus clases. O tal vez, seré yo que amo la literatura. — dijo Tyler, sacando un cuaderno de su mochila.
— Toma, lo tengo de sobra, ahí podrás hacer apuntes de todas las clases en lo que traes los tuyos. — puso el cuaderno en la butaca de Arthur, ofreciéndole un lápiz para los apuntes.

Arthur, asintió, y agradeció suavemente, agachando la cabeza, algo apenado debido a su torpeza al olvidar cuadernos. Tal vez y solo estaba emocionado por llegar lo antes posible a su inscripción.

Un momento después de la salida del señor Jones, un hombre alto, con una barba detallada y unos atractivo ojos azules, portando un traje que parecía estar recién planchado, y con el cabello algo desordenado, entró.

Arthur, desvió la vista hacia el, sorprendiéndose, y de alguna manera...atrayéndose. El estilo de aquel docente le pareció único, algo inigualable e interesante. Rápidamente, se acomodó en su asiento, poniendo su espalda firme y sus ojos posados en aquel hombre tan...interesante.

El hombre, notó rápidamente la presencia de aquel muchacho, tan único, con esos rizos rebeldes y rojizos, tal como el fuego ardiente en un incendio. Una sonrisa maliciosa se formó en su rostro, mientras se acercaba a él.

Arthur, se tensó al ver la proximidad que aquel hombre daba. Sus manos comenzaron a sudar aún más, y su mente daba vueltas y vueltas.

El docente, carraspeó un poco antes de comentar:

— Al parecer, eres nuevo. —

En ese momento, toda la clase dirigió su mirada a él, lo cual lo hizo sonrojarse y un notorio aumento de sus nervios, asomó.

— Preséntate, porfavor. — dijo el docente, suavizando la sonrisa que hace rato le dirigió.

Arthur se levantó, claramente apenado y con unas mejillas que estaban al borde de explotar por lo rosadas que se encontraban.

— Me llamo Arthur Samuel...tengo la misma edad que todos ustedes, 18. Me encantaría ser un escritor y realmente no sé qué más decir... —

Al terminar de presentarse, agachó la cabeza y se sonrojo más, si así se pudiese, para después, sentarse. 

— Un gusto, niño. — resaltó el docente.

Rompió el silencio en la mente de Arthur, la cual se encontraba procesando varios sentimientos y posibles circunstancias que pudiesen pasar, según él.

Viktor, camino hacia su escritorio, para después, tomar un plumón y comenzar la clase.

Arthur pasó toda la clase pensando en aquel sentimiento surgido ante aquel acercamiento, ante aquella conversación tan corta entre ellos, en aquella sensación de...seguridad, si así le pudiese llamar.

La clase terminó rápidamente, o así fue para Arthur. Él seguía concentrado en sus pensamientos, por lo que simplemente se limitó a suspirar.

Tyler, quien se encontraba a su lado, comenzó a dar leves empujones para intentar llamar su atención, pues la hora del descanso había comenzado. Arthur, salió de su burbuja de imaginación y pensamientos, y respondió, pestañeando un par de veces.

— ¿Qué ocurre? —

— Es hora del descanso, vamos. — respondió Tyler.

— Mm, ya veo. —

Arthur se levantó de su asiento, y se estiró un poco. Pasó todo el descanso junto con Tyler, pues le daba pena convivir con alguien más, o simplemente le preocupaba lo que pudiesen pensar de él. Al regresar, continuaron las clases, y él junto con Tyler, tomaron nota de cada cosa que se presentaba en ellas.

Al terminar, ambos salieron a la par.

— ¿Por dónde vives? — cuestiona Tyler.
— A dos cuadras de aquí, no tardó nada en llegar. —
— Ya veo, yo igual, supongo que vivimos cerca. ¿Quieres que te acompañe? —

Arthur asiente levemente, mientras le dirige una sonrisa algo avergonzada. Comenzó a plantear varias preguntas en su cabeza, preguntándose si de verdad no molestaría a Tyler con su presencia. Las calles se fueron rápido, por lo cual llegó a su casa muy pronto. Ambos se detuvieron en la puerta de la entrada.

De pronto, Tyler sacó su celular, y sonrió levemente, con un gesto apenado.

— Este...¿Me podrías dar tu número? Digo, por si alguna vez ocurre algo y así, puedes contar conmigo. —

Arthur, se sorprendió por el raro gesto y la oferta que Tyler le planeaba, pero no le dio importancia, y con una sonrisa, tomó el celular de Tyler y escribió su número.  Tyler le agradeció firmemente, y se despidió, dando la vuelta para dirigirse a su casa.

Fórmula correcta, resultado incorrecto. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora