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Melissa aceptó encantada la sugerencia de Roier de reunirse para almorzar juntos una vez que ella saliera del trabajo y él de clases, sin imaginarse que el menor tenía una especie de doble intención oculta detrás de una petición inocente e inclusive linda a simple vista. ¿Cómo iba a sospechar algo si antes de que ella comenzara a salir con Cellbit almorzaban juntos siempre? Si ya no lo hacían tan seguido era porque la mayoría de las veces Cellbit pasaba por la pastelería a la hora del almuerzo y le llevaba a Melissa algo que compraba en la tienda de conveniencia que quedaba enfrente, y no por otro motivo. Roier sacó mucho provecho de esto y de la tan buena relación que tenía con su hermana alegando que "extrañaba comer con ella" para convencerla, lo cual no le costó mucho realmente.

Su clase de los martes terminaba una hora antes que el turno de trabajo de su hermana, así que se encontraba caminando tranquilamente hacia la pastelería Sweeties junto con algunos compañeros que iban en la misma dirección. La pastelería estaba ubicada a unas pocas calles del Instituto de Ciencia y Tecnología, universidad en la cual cursaba su primer año en Artes Liberales, por lo que no hacía falta que se diera mucha prisa para llegar ya que con unos pocos minutos de caminata estaría allí. Todo eso sonaba muy azaroso, pero en verdad no lo era y ahí estaba la trampa: Roier había decidido almorzar con Melissa específicamente ese día porque sabía que saldría mucho antes que ella y por eso tendría tiempo para pasar por Utopia, donde encontraría a Cellbit aún en su turno de trabajo. No estaba seguro de cuáles eran exactamente sus intenciones yendo a la tienda de música, pero todavía estaba acostumbrado a esa rutina de pasar a buscar a Melissa al trabajo nada más para entrar unos minutos a Utopia y observar a Cellbit que tenía antes de saber que el mayor era el novio de su hermana. Por supuesto que ya no podría hacerlo, al menos no de la manera que solía, porque acosar a su cuñado no era algo ético y ya no quería volver a hacerlo nunca más. Sin embargo, la tentación seguía siendo grande... con suerte podría superar su enamoramiento con el chico si lograba volverse cercano a él, ser amigos o al menos crear esa relación de cuñados que Melissa tanto quería que tuvieran "sus dos chicos favoritos", como le había confesado a Roier luego de aquella primera cena familiar que habían tenido el viernes anterior. Justamente de eso hablaba con su amigo mientras caminaba hacia el lugar, comentándole sin entrar en detalles que le atraía alguien prohibido y que quería superarlo antes de encariñarse para no tener problemas.

-Necesitas salir y divertirte para dejar de pensar en él -concluyó Alex luego de escuchar sus preocupaciones-. ¿Deberíamos salir el fin de semana?

-¿Este fin de semana? -preguntó, frunciendo el ceño, para luego negar con la cabeza-. Es el cumpleaños de mi madre el sábado, será imposible.

-Lástima... ¿el próximo sábado, entonces?

-Eso sí puede funcionar.

-Llevaré a alguien para presentarte -sugirió entonces su amigo, dándole un codazo a Roier-. Podemos ir al bar nuevo que abrieron cerca de aquí...

-Sí, luego vemos qué hacemos -coincidió Roier sin prestarle mucha atención pues se encontraba más concentrado en la tienda de música a pocos metros de ellos-. Te dejo aquí, enano, entraré a Utopia.

-Estás obsesionado con esta tienda -comentó Alex entre risitas para luego chocar el puño con el de Roier a modo de despedida-. Hasta mañana.

Una vez que Alex siguió su camino, Roier entró a la tienda rápidamente haciendo sonar el llamador de la entrada. Lo primero que hizo antes de siquiera moverse lejos de la puerta fue fijarse la hora en su celular para averiguar cuánto tiempo le quedaba antes de que Melissa saliera de la pastelería, comprobando que aún tenía poco más de cuarenta minutos de espera. Recién entonces se permitió levantar la vista del móvil, y no pudo evitar buscar a Cellbit con la mirada a lo largo del local, como siempre hacía. Aunque Utopia era bastante grande, no tardó en divisar al mayor acomodando los productos del sector de cascos, tal vez porque ya lo había estado observando hace mucho. Por instinto estuvo a punto de huir a la otra punta del lugar, dispuesto a espiar al chico desde la lejanía, pero en ese mismo instante recordó que ahora Cellbit y él eran familia y no sería para nada raro si se acercaba a saludarlo casualmente. Así que eso hizo. Se despeinó el cabello con una mano antes de guardarse ambas en los bolsillos y respiró profundamente antes de encaminarse hacia el pasillo en el que se encontraba trabajando el más bajo sumamente concentrado en la tarea.

Don't tell your sister | GuapoduoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora