Días antes del suceso....
El aire frío de la mañana de otoño se colaba por las ventanas de la biblioteca, rozando mi piel con un toque gélido. Mi aliento se condensaba en pequeñas nubes que se disipaban rápidamente en el ambiente seco de la sala. El aroma a libros viejos, a café recién hecho y a polvo se entremezclaban, creando una fragancia peculiar que me envolvía como una manta. Buscaba refugio en la quietud de la biblioteca, un oasis de tranquilidad en medio del bullicio y la superficialidad de la universidad.
Esta no era mi universidad, no era mi lugar. Desde el momento en que había traspasado las imponentes puertas de piedra, me había sentido como un pez fuera del agua, una nota discordante en una melodía perfecta. La mayoría de los estudiantes, hijos de familias acomodadas, vestían ropa de marca, charlaban de viajes a Europa y disfrutaban de fiestas extravagantes. Yo, en cambio, llevaba ropa sencilla, me contentaba con comer en el comedor y mi mayor entretenimiento era perderme en los libros.
El sonido de unas risas agudas me hizo levantar la vista. Eran ellas, las tres "Reinas" de la universidad, como las llamaba el resto de los estudiantes: Sofía, la rubia con ojos de hielo, que siempre lucía una sonrisa fría y calculada; Valeria, la morena de mirada penetrante, que solía hablar con un tono sarcástico; y Natalia, la pelirroja de rostro dulce y voz melodiosa, que ocultaba una astucia afilada como un cuchillo. Se dirigían hacia mí, sus tacones resonando en el suelo de madera.
—Mira, la ratita de biblioteca —dijo Sofía, con una sonrisa burlona—. Aun aquí, escondiéndose del mundo real.
Cerré mi libro con un suspiro. Sabía que las palabras de Sofía eran un dardo envenenado, pero no tenía fuerzas para responder. No podía competir con su belleza, con su riqueza, con su capacidad para manipular a la gente.
—No te preocupes, ratita —añadió Valeria, con una pizca de crueldad en la voz—. No te vamos a hacer nada. Es demasiado aburrido perder el tiempo con alguien tan... —hizo una pausa para buscar la palabra correcta— simple.
Auch,eso dolió.
Natalia se acercó a mí y me susurró al oído: —No te olvides que hay un lugar para ti, ratita. En el bosque. Es un lugar perfecto para esconderse del mundo.
Las tres chicas se alejaron riendo. Me sentí humillada, invisible. Era solo un objeto de burla, un bicho raro al que se podía pisar sin que nadie lo notara.
Sentí una punzada de dolor en el pecho, un nudo que se apretaba con fuerza. No era la primera vez que me sentía así. Desde que había llegado a la universidad, mi autoestima se había reducido a pedazos, mi seguridad se había diluido como azúcar en el agua.
—Desearía que desaparecieran —susurré, la frustración aflorando en mi voz.
Cerré los ojos y respiré hondo, ansiando escapar de este lugar, de esta gente. Quería encontrar un lugar donde no me juzgaran, donde no me rechazaran.
—Algún día lo harán. —El susurro de esa voz desconocida trajo consigo un escalofrío que recorrió mi espina dorsal y me hizo temblar.
Giré enseguida, pero no había nadie, absolutamente nadie. Estaba completamente vacía. Eso me dio más miedo; podía tratarse de otra de las bromas de Mails, él siempre me hacía ese tipo de bromas pesadas. Tal vez escuchó lo que dije y quiso darme un susto.
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ESPIANDO AL LOBO [LIBRO#1.BIOLOGÍA LOBO]
WerewolfEn las sombras de Stanford se esconde un secreto que hiela la sangre y despierta temores ancestrales. Cada paso que doy en esta universidad prestigiosa despierta susurros en las paredes y sombras que me observan. Desapariciones inexplicables, un a...