Paulina x Lector Femenino.
Las palabras del profesor terminaban perdiéndose en el aire. El salón al igual que todos los días, estaba sumergido en una aura de completa tranquilidad, y es que después de una semana repleta de exámenes y proyectos, finalmente se podía disfrutar la paz.
Ahora bien, agregando que fuera del instituto estaba lloviendo y la fragancia a tierra mojada se colaba por las ventanas; lograba poner de buen humor a todos.
La joven de cabellos (c/c) estaba ocupada trazando líneas sin sentido en su libreta de apuntes, por más que intenteba prestar atención a la explicación del maestro, no lo lograba.
Llevaba algunos minutos perdida, así que finalmente se rindió y esperaba contar con la ayuda de su fiel amigo Iván para repasar más entarde en la sala de estudiantes.
Sintió un fuerte golpe por debajo de la mesa, y no necesitó observar para saber de quien se trabata, ya que; tenía muy claro que aquella molesta acción fue causada por su compañera de banca; una chica peliroja que se había ganado el título de mejor amiga.
Paulina Villarreal
Ella a pesar se tratarse de alguien de apariencia delicada, claramente su fuerza no decia lo mismo, en más de una ocasión donde aquella chica golpeaba a manera de broma; terminaba con un notorio hematoma en el cuerpo.
Sobó un poco la parte se su pantorrilla, que fue lastimada y miró con el ceño fruncido a su compañera, quien tenia exactamente la misma expresión.
-Pon atención. -Murmoró la peliroja, con la vista ahora puesta en la figura del profesor.
-Deminios Paulina, me dolió. -Se quejó la chica en susurros, todavía sobando la parte dañada.
Paulina simplemente la ignoró y continuó tomando si clase.
Aún con su pierna adolorida intentó prestar atención a las palabras del maestro, pero sólo fue cuestión de unos cuantos segundos antes de volver a perderse, tomando en cuenta que desde un principio no había estado interesada en la clase; ahora todo lo que el profesor explicaba parecía dicho en otro idioma.
La joven soltó un suspito y terminó perdiéndose en la visya que ofrecía la ventana, veía cómo una pareja de pájaros se refugiaba de la lluvia en el pequeño hueco de un árbol.
Estaba inmersa en aquella imagen, pero nuevamente un golpe la despertó y fue justamente en el mismo sitio, lo cuál la obligó a cerrar los ojos y morder fuertemente su labio para evitar quejarse.
¿Es qué acaso esa mujer no es consciente de la fuerza bruta que tiene? -Se preguntó mientras pensaba en que no debió llevar la falda del uniforme, que en su lugar, debió asistir con el pantalón y de esa forma evitar dejar su piel expuesta.
-¿No te gustaría pegarme más fuerte, Paulina? Tal vez logres sacrme la pierna de una buena vez. -Le reclamó la (c/c) con notoria molestia.
-Eso dices ahora, pero cuando estés sufriendo por no entender nada, no pienses que te ayudaré. -Le regaño su amiga, cómo si de una madre se tratara.
-No te preocupes por eso, ni pensaba pedirte ayuda, iba a ir con Iván. -Tan rápido cómo esa frase salió de sus labios, su pierna recibió otro golpe.
-Paulina, no soy un sacó de boxeo, deja de golpearme. -Dijo en un susurró, molesta al notar que unas cuantas personas estaban comenzando a prestarles atención.
-Deja de pensar que el resto de personas puede solucionar tus problemas y mejor presta atención. -Le respondió la peliroja.
La chica la observó de reojo con frialdad pura. Su pierna dolía demasiado, ¿Paulina pensaba que sus patadas junto a sus botas tan pesadas no dolerían?