Miradas asfixiantes (primera y única parte)

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Hola a todos, venía a publicar este relato que fue con el que gané el primer lugar en el certamen literario de mi escuela, espero que disfruten de la historia (si lo quieren en catalán también puedo publicarlo en ese idioma).

Sin más preámbulos doy comienzo a la historia: 


Una luz atraviesa mis párpados. Estoy acostada.

Me siento sobre el suelo y parpadeo, la luz no me gusta, todavía tengo que acostumbrar los ojos a tanta iluminación.

Cuando logro ver bien, me paro y observo a mi alrededor. Blanco, todo blanco, blanquísimo.

— ¡Ahhhh! ¡Qué es eso! — Pego un grito desgarrador y caigo al suelo, temblando. Mi pelo negro está parado y desacomodado, mis ojos marrones abiertos, forzados a acostumbrarse a la luz que me estorba.

Inhalo, exhalo, inhalo, exhalo. Tengo que mantener la calma.

Inhalo.

Exhalo.

Inhalo.

Exhalo.

Creo que ya lo estoy consiguiendo, pero luego veo a esos ojos moverse nuevamente. Ojos que no son míos. Ojos que no están conectados a un cuerpo.

Inhaloexhaloinhaloexhalo

Con los pies me arrastro a un rincón de la habitación ¡Necesito salir! Mi mirada agitada se mueve por todo el lugar buscando una puerta, una ventana... ¡Algo!

Fuerzo la vista y a lo lejos encuentro un marco sin puerta. Por instinto salgo corriendo hacia allí, pero cuando la atravieso es prácticamente lo mismo, otra habitación blanquísima... y ese montón de pares de luceros... los encuentro por todas partes.

Pasillos, habitaciones, escaleras, corro, corro, y corro, pero nada... no hay salida... Es como un universo blanco donde me encuentro presa entre paredes, y me siento presa por esos ojos que me miran con ganas de querer matarme.

Ojos. He intentado hacer todo lo posible para evitarlos y no mirarlos, pero siento que mientras más intento evadirlos, más miradas obtengo, es como si se multiplicaran, hace que sienta un peso indescriptible en el pecho. Un peso con el cual ya no quiero cargar.

Momentos después, acostumbrándome a este lugar, y también por el cansancio que siento, empiezo a caminar por esta zona con los brazos cruzados y la respiración algo agitada, comienzo a sentir frío.

Ahora me fijo con mayor detalle en lo que sucede a mi alrededor, pero sigo sin mirar directamente a los ojos que se encuentran dentro de los cuadros.

Empiezo a plantearme que estoy en un museo. La estructura de los pilares, la forma de los pasillos, los ojos que parpadean enmarcados en los cuadros. La música de piano que sonaba de fondo... sí... definitivamente estoy en un museo.

Aunque ahora me encuentro más relajada no puedo evitar que me sigan atemorizando esos ojos, sus presencias me dan escalofríos.

Ha pasado media hora y me sigo sintiendo horrible por esas miradas, no entiendo por qué me lamento tanto. Pero si no es la primera vez que me pasa, ¿por qué me sigue afectando?

Me detengo en seco, espera, ¿cómo que esta no es la primera vez?

Es entonces cuando llegan a mi mente una avalancha de recuerdos que preferiría olvidar.

Es la primera vez que estoy en este lugar, pero esa sensación de ojos invadiéndome la llevo cargando conmigo desde pequeña.

Tengo vitiligo.

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⏰ Última actualización: Jul 26 ⏰

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Miradas asfixiantes (Ganador del primer lugar en el certamen literario)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora