6. Una situación incómoda

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WILL ARMITAGE

«He sentido muchas cosas, pero jamás el amor, hasta que apareciste tú, confundiéndome, desquiciándome... ¿es así como se siente amar?»

Debí verlo venir, sabía que con esta chica las cosas no serían para nada fáciles y aunque su petición era tentadora tuve que negarme.

Angie me miró con desilusión e ira y pronto sus ojos se humedecieron a punto de llorar, esa no era mi intención, pero tampoco podía hacer nada al respecto.

Era interesante ver cómo su actitud cambiaba tan repentinamente, una parte de ella era tímida y asustadiza, mientras que la otra era valiente y no le temía a nada ni nadie. Me había dejado completamente pasmado la forma en la que se había atrevido a hablarme, ¡sí que tenía agallas! Y que me dijera que estaba bueno para nada me lo había esperado, aquella mujer era muy impredecible y eso me gustaba.

Angie resopló con frustración.

—¡¿Entonces qué mierda hago?!— exclamó, exasperada.—¡Te estoy ofreciendo algo en lo que ambos salimos beneficiados!

Hasta me dolió verla, casi pude sentir su decepción, era sin duda muy lista y sabía perfectamente que mi plan era mantenerla conmigo hasta que me aburriera y acabara con su vida, en partes era cierto, o al menos ese era el plan inicial, ahora dudaba hasta de mis propios instintos.

—Linda, cálmate, respira—intenté tranquilizarla e inconcientemente me acerqué a para tomar su rostro entre mis manos; no obstante me apartó con brusquedad.

—¡No me toques!, ¡aléjate de mí!—su rostro expresaba odio y puro desprecio. 

En verdad me odiaba, pude saberlo por la forma en la que me miraba y ahora gruesas lágrimas corrían por sus mejillas rosadas.

«Rayos, esto no me gusta para nada. Aunque se ve linda cuando lllora.»

—Vale, sé que me odias y tener que verme es lo que menos quieres, pero anda, relájate, no te tomes todo tan mal.

Su cuerpo estaba tenso y sus puños apretados, estaba a punto de explotar, por la forma tan desgarradora en la que lloraba supe que estaba destrozada. Eso era justo lo que no quería.

—¡No tienes ningún maldito derecho a decirme que me calme!

Era tan testaruda que no podía obedecerme ni por una maldita vez. Yo también perdí la escasa paciencia que me quedaba.

—¡¿Quieres hacerme el favor de callarte de una jodida vez?!, ¿tan complicado es hacer lo que te pido?, ¡por Dios!

Se quedó en silencio, mirándome con terror mientras sollozaba inconteniblemente, vale, ahora sí me había pasado. Quizás no debía importarme en lo absoluto, pero sí que lo hizo, verla llorando me hizo sentir la peor persona del mundo.

¿Por qué me siento así?

—Escucha, no quiero lastimarte, pero lo haré si es necesario, coopera por favor.—le pedí lo más calmado que pude.

Pensé que volvería a gritarme, pero estaba equivocado, sucedió algo completamente distinto: de forma imprevista Angie se desplomó en el suelo.

«Oh no, lo que me faltaba.»

Rápidamente me coloqué a su lado, donde descubrí que afortunadamente seguía consciente; no obstante estaba congelada, incluso temblaba y un aliento helado se escapó de sus labios, ¿acaso la hipotermia era la causante? No lo pensé dos veces, liberé su muñeca de la cadena y la cargué en brazos.

Peligrosa tentación 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora