Cap. 18

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"Ven, déjame verte, déjame conocerte, déjame aspirar a poseerte y tenerte para mí"

Becky Pov.

A la mañana siguiente, me levanto con la magnífica sensación de que me están masajeando los pies. Durante unos segundos me siento tan bien que me parece estar soñando e intento evitar despertarme. Sin embargo, sentir que unos dedos fuertes me masajean el pie es tan real que suspiro de felicidad cuando me frotan cada dedo con la presión adecuada.

Abro los ojos y veo a Freen sentada en la cama, espléndida en su desnudez y sosteniendo una botella de aceite para masajes. Se echa un poco en la mano, se inclina hacia mí y me empieza a masajear los tobillos y después las pantorrillas.

—Buenos días —susurra mientras me mira.

La observo callada y con sorpresa. Freen ya me ha masajeado antes, pero normalmente para relajarme antes de hacerme algo que me va a
hacer gritar. Nunca antes me había despertado de esta forma tan placentera.

Tiene una media sonrisa sensual y no puedo evitar mis nervios.

—Mmm, Freen —digo con inseguridad—. ¿Qué... qué estás haciendo?

—Darte un masaje —dice divertida con los ojos brillantes—. ¿Por qué no te relajas y disfrutas?

Parpadeo y contemplo cómo mueve las manos despacio por mis pantorrillas. Tiene sus manos grandes, sus dedos son tan largos. Mis
piernas se ven esbeltas a su lado, a pesar de que tengo los músculos bien definidos de correr. Siento las callosidades de las palmas de sus manos que me rascan suavemente la piel; trago saliva cuando pienso que esas manos son las de una asesina que se ha metido en mi mente.

-Date la vuelta -dice tirándome de las piernas y me dejo caer de frente sobre la cama todavía nerviosa. ¿Qué pretende? No me gustan las
sorpresas cuando se trata de Freen.

Empieza a masajearme la parte trasera de las piernas, concretamente las zonas más doloridas por la carrera de ayer; gimo levemente y siento cómo los músculos tensos empiezan a relajarse con el masaje de sus habilidosos dedos. Aun así, no puedo relajarme del todo. Freen es demasiado imprevisible como para estar tranquila.

Por lo que veo, se percata de mi inquietud, así que se inclina sobre mí y me susurra al oído:

-Solo es un masaje. No te preocupes

Algo más tranquila, me relajo y me acomodo en el colchón. Las manos de Freen son fabulosas. Alguna vez me han dado masajes
profesionales y, ni de lejos, eran tan buenos. Está en total armonía conmigo, presta atención al más pequeño cambio en mi respiración, a la más mínima variación en mis músculos. Tras unos minutos así, dejo de preocuparme por la conducta extraña de Freen y me dejo levar por esta experiencia maravillosa.

Una vez que me ha masajeado todo el cuerpo y estoy tumbada, relajada y feliz, me toma y me lleva a la ducha. Después, va bajando por
mi cuerpo, complaciéndome con la boca hasta que alcanzo un orgasmo increíble.

En el desayuno canturreo de alegría. Es la mejor mañana desde hace meses, quizás hace años. Por alguna extraña coincidencia, Nam me
prepara mi comida favorita: huevos benedictinos con pastel de cangrejo. No he comido nada tan exquisito desde que llegué a la isla. Lo que Nam nos prepara está bien, suele ser comida saludable. Nuestra dieta se compone de frutas, verduras y pescado. No recuerdo la última vez que tomé algo tan rico como la salsa holandesa que ha hecho Nam hoy.

- Mmm, qué rico -murmuro cuando doy un bocado -. Nam, esto está buenísimo. Probablemente sean los mejores huevos que he comido.
Me sonríe.
-Me han salido buenos, ¿verdad? No estaba segura de si había seguido bien la receta, pero parece que sí. Sí, sí -afirmo antes de
servime otra ración Esto está delicioso. Freen sonríe y los ojos le brillan de alegría.

Rosas y cenizas [freenbecky]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora