Capítulo Único

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Para todos, ese era un día especial.

El hecho de que Natalan y Soarinng por fin hayan superado todas las adversidades y ahora recitaban votos de amor en un altar era un logro que no veían llegar, pero creían que el par estaba especializado en callarles la boca con sus decisiones precipitadas.

Duxo sentía cierta envidia por eso.

A la hora de amar, los deseos de su corazón siempre se veían reprimidos por los pensamientos de su cabeza. Había progresado mucho y aún creía que le faltaba tanto.

Lo sabía cuando lo veía.

Aquino estaba ocupado hablando con Mictia sobre lo que pasó hace unos momentos. Duxo había tomado el ramo en un acto de suerte, trayendo consigo una avalancha de palabras de buen augurio a la pareja en forma de broma, aunque suponía que era una manera de decirles que ya era hora de llevar su relación a otro nivel y eso sencillamente lo ponía ansioso.

El chico de barbijo negro lucía unas mejillas ruborizadas y soltaba risas nerviosas cada vez que la menor parecía insinuar que era señal del destino para que se casen. Se veía contento, entusiasmado; cosa que solo hacía retorcer a su estómago.

Y no lo entendía.

Amaba a Aquino, siempre lo amo. Entonces, ¿por qué se le hacía tan difícil avanzar con él?

Era consciente que su novio quería una relación convencional. Un romance largo que termine en boda, unas mascotas, una familia.

Si lo amaba tanto, podía darle todo eso, pero no lo hacía. ¿O es que su amor no era suficiente para tomar valentía?

― Duxo, ¿estás bien?

La dulce y preocupada voz del castaño lo hizo retornar a la realidad, notando cómo había vuelto al asiento de su lado y la forma en que sus ojos miel parecían analizarlo. Tragó saliva para quitar el amargo sabor que le produjo el remolino de sus pensamientos y aligerar su expresión.

― Sí, solo creo que tengo calor. Este saco de mierda me está sancochando ―hizo un ademán con su mano para ventilar un poco su rostro, causando la risa del ajeno.

― Sacate el saco pues, huevón. Masoquista eres, ¿no?

Una sonrisa traviesa se dibujó en los labios del pelinegro, haciendo que el menor rápidamente capte y volviera a encender el rubor en su rostro.

― ¿Te contesto o ya sabes la respuesta?

― Callate, ya la sé ―Duxo soltó una risa burlona, causándole más vergüenza― Estás tomado, ¿no? Eres pollito de verdad.

― ¿Por qué piensas que estoy tomado?

― Porque estás hablando huevadas.

― Aquino ―el azabache recargó su mejilla en su mano―Siempre hablamos huevadas.

― ¿Por qué me metes en eso?

― Porque eres el más huevón de los dos.

Aquino solo atinó a suspirar derrotado. Sí, Duxo ya había bebido más de lo normal, lo notaba en su tono y la manera de responder sarcásticamente con facilidad, sobre todo en el suave olor a vino y cerveza que destilaba de su aliento.

― ¿Quieres salir un rato a tomar aire? Así dejamos tu saco en el carro si tanto calor tienes ―sugirió hacia su pareja, quien la pensó un poco antes de asentir.

Se levantaron de sus asientos, viendo como la iluminación del lugar se contrastaba por unas fuertes luces de colores. Duxo tomó la mano del menor para apresurarse cuando entendió lo que ocurría, llegaba su momento favorito de las celebraciones y no se lo perdería por nada del mundo.

Deseo Perder  ⌈ Duxino - R18 ⌋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora