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-Qué buen chico, nene... estás empapado.— La corriente de su cálido aliento contra su rostro hace que un temblor fantasma recorra su columna vertebral. Tiene tres dedos dentro de su coño empapado, sus uñas cuidadas se sienten suaves contra la textura acanalada de sus paredes. Su cabello blanco cae en cascada sobre la almohada, lo suficientemente largo como para caer a los lados de su rostro, suave y creando una sombra adecuada para cubrirle.
Gime, el tono se eleva hasta convertirse en un gemido mientras pone los ojos en blanco. Sus dedos son hábiles y rápidos, nunca fallan en tocar esos puntos delicados dentro de él que le hacen temblar contra su mano.
- M-mami p-por favor... por favor— entre risas, inclinando su brazo un poco más hacia el para que su palma golpee su clítoris hinchado mientras folla sus dedos más profundamente, girándolos ligeramente. Sus caderas se mueven contra él para que la fría polla de silicona presione contra la calidez diferente de su cuerpo. Utilizando su muslo musculoso y grueso para separar sus piernas mientras la fuerza de la gravedad las impulsa a volver a juntarlas.
- Tengo un niño tan sensible, ¿Eh? Apenas puedo coger mis dedos, ¿Cómo voy a follarte con mi polla, cariño?— sus ojos se cierran de golpe ante sus palabras y gime en respuesta, el pecho temblando por la fuerza mientras intenta con gran fracaso contraer sus piernas alrededor de las suyas. —Tan travieso, ni siquiera puedes evitarlo. Deja de luchar contra mí— exige ella, frotando su cadera antes de darle una fuerte nalgada. Su cuerpo tiembla y su coño llora sobre sus dedos goteando y suplicando piedad. Pero si hay algo que sabe sobre Mirko, es que eso es lo único que no da.
Ella tararea sobre su cuello y comienza a besarlo lánguidamente, frente a sus apéndices que la follan con rudeza. Lame y chupa su cuello mientras disfruta ruidosamente. Mordisquea, creando el aumento perfecto de color en una mancha deforme en su piel. Pasa al siguiente punto abierto para marcar tanto espacio como sea posible.
