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Y en algún lugar de la inmensa y oscura galaxia se podía encontrar a un planeta y su luna, un padre y su hijo. Y en esa situación en la que padre e hijo se sinceran ignorando que había un espectador.

Un Planeta rojo, él cuál se sentía ajeno a esa situación, cómo un intruso husmeando los secretos de algún diario que a alguien se le había olvidado guardar y con una mirada fisgona leía, lo que para el era desagradable, por lo que, cómo el planeta sensato que es, se fue.

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Le fue a reclamar a Venus y a Mercurio su retirada estratégica - uida épica.

Pero como de ellos no va la historia los dejaremos de lado porque es mucho ambiente para esta parte de la historia, así que ignoremos a esas rocas todas secas, feas y nacas

Mientras tanto lo que hacían el quinto planta más grande y la quinta luna más grande era simplemente abrazarse en silencio, un silencio cómodo y tranquilo cómo el espacio mismo, lo cual no hizo más que hacer reflexionar a aquél planeta azúl, sobré sus acciones y sus actitudes.

El nunca antes había actuado cómo un padre para su hijo, actuaba cómo un hermano un amigo e incluso como un simple conocido pero jamás cómo lo que era. Un padre, el cuál tenía que cuidar, proteger, guiar y acompañar a su hijo.

Tal vez era porque siempre se sentro mucho más en el mismo que en los demás, siendo ignorante de sus alrededores como si el ya vacío espacio fuera incluso aún más vacio. es lo malo de ser tan longevo en un lugar dónde la mejor actividad que puedes realizar es ver la inmensidad del cosmos.

O tal vez sólo se estaba auto compadeciendo, dándose palmaditas en la espalda mientras se dice "no es tu culpa" para no enfrentar su realidad de alguien que no es capaz ni de hacerse cargo de si mismo.

Pero eso ya no importa, haya sido lo que haya sido el no puedo seguir actuando cómo un idiota inmaduro y sorprenderse cuando sus actos tienen consecuencias, y eso es algo de lo que se dio cuenta en cuanto Yemaya estuvo en sus brazos.

Ese ser diminuto a diferente de el, ese pequeño niño que se sorprende incluso con la oscuridad del cosmos, esa pequeña luna que es incapaz de poder defenderse de alguien más. Y el como el planeta rocoso más grande, como su planeta y cómo su padre tendrá que ser su protector.

Tal vez por fin pueda hacer las cosas bien y como se deben, pero aún con todo eso la culpa lo carcome por dentro, ¿de verdad es hasta ahora que se digna a ser un padre de verdad?

–lunita, perdoname por no ser el padre que te merecías– habló la tierra con un hilo de melancolía en su voz, parecía que en cualquier momento la culpa se convertiría en llanto

La luna al escuchar la voz a punto de quebrarse de su padre aflojó el abrazo con el que tenía abrazado a su padre para poder verlo a los ojos, el núcleo de la tierra se estrujaba al ver los ojos rojos de su pequeño niño de tanto llorar 

– de que hablas tierra? – dijo aquél satélite natural que es protagonista de tantas leyendas humanas

–de que nunca te trate cómo lo que eres, mi hijo uno que merecía ser cuidado y no simplemente ignorado o tratado como un conocido, tu siempre fuiste el que me cuidó a mi y sin embargo yo nunca hice algo así por ti– dijo ya con unas cuantas lágrimas salir de sus ojos, realmente se sentía muy culpable.

La luna miró a su padre, el sabía que nunca fue un padre para el, más sin embargo nunca le guardó resentido pues así era en el espacio. Pocos eran los astros que tienen alguna relación del tipo parental por lo que el el satélite natural nunca tubo alguna basé para saber cómo se supone un padre tiene que cuidar a su hijo, claro asta que la tierra tubo a sus humanos lo cual para la vida de un cuerpo celeste no es mucho a diferente del tiempo por el que han existido ellos

–no es tu culpa, yo no estoy molesto – dijo el pequeño satélite tratando de detener el llanto de su planeta

–si es mi culpa, nunca hice el esfuerzo de ser un padre

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(Perdón no sé escribir una buena conversación así que la cortó antes de que sea más cringe)



Marte después de una pequeña pelea amistosa con los dos planetas rocosos más cercanos al sol regreso con su mejor amigo y encontró una linda escena, jamás pensó ver a su amigo así.

La tierra y la luna se habían dormido después de su conversación y juntó a ellos Yemaya y los dos pequeños satélites del planeta rojo durmiendo, tal parece que esos tres pequeños se divirtieron tanto jugando que se cansaron. Y claro, el ocupante de la cuarta órbita no pudo evitar sonreír y simplemente recostarse juntó a ellos.







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Cada capítulo más corto

850 palabras

Una luna nueva para la tierra?! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora