2

38 11 17
                                    

“RAHEL”

Litefr
Xito, Escores.
Día 460, Año 8, Siglo 4, Centenar 8, Era 2.
12:45 PM

La cabellera negra ondulaba en su espalda, las manos le sudaban y llevaba el corazón acerelado.

Rahel se dirija al salón del trono con pasos apresurados, luego de que un guardia le diera el aviso de que su padre quería hablar con ella.

El rey Thiago Bergman era alguien fuerte, un gran guerrero y aunque no lo pareciera, era un buen padre.

Casi nunca llamaba a su hija al salón del trono, por el simple hecho de que no quería exponerla a las personas que lo visitaban. Por ello, fuera de Escores, casi nadie había visto su cara.

«Lástima, con lo bonita que soy»

Al encontrarse frente a las imponentes puertas de roble, el malestar la azotó mucho más fuerte.

¿Por qué tenía tan mal presentimiento?

Los guardias se inclinaron al verla y le abrieron paso hacia el encuentro con su padre.

El pelinegro Rey le dió la bienvenida sentado en su trono de cedro, con los pies cruzados, las manos acomodadas sobre los brazos del asiento y con la mayor sonrisa que no había visto en él hace un largo tiempo.

De pronto Rahel se asustó más de lo que ya estaba, ¡Su padre riendo de esa forma!, solo algo muy grande podía ser.

—¡Mi linda hija! —habló luego de levantarse de su asiento—. Te tengo muy buenas noticias ¡Pero acércate Rahel, ven con tu viejo padre!

La chica dudó un momento antes de acatar la orden de su padre, si ya antes la cosa le parecía muy rara, cuando su padre pasó un brazo sobre sus hombros en modo de abrazo, si que se asustó.

Thiago Bergman abrazando a su heredera enfrente de todos los guardias de la sala del trono.

¡¿Qué estaba pasando?!

El solo estar en la sala del trono en pleno medio día ya era una locura, pero su padre dándole una muestra de cariño delante de los soldados de su ejército, era el apocalipsis.

No es que su progenitor no fuera cariñoso con ella, pero solía abstenerse con personas que no fueran su familia delante.

—Un Rey tiene que ser fuerte, Rahel y nunca demostrar debilidad. Imagínate que pensarían los soldados de mi ejército si ven a su Rey con lazos en el pelo.

Un Thiago más joven le respondía a su hija después de que le preguntará porque no lo daba casi muestras de cariños cuando estaban acompañados de los guardias o de alguien que no fuera parte de su familia.

—Pero… Entonces ¿No te gustan los moñitos que te hice? —fue lo único que la pequeña Rahel le preguntó a su padre con la mirada caída.

—¡Claro qué me gustan! —le respondió apresuradamente— ¡Si mira que hermoso me veo peinado por mi bella hija!

Rahel comenzó a reír cuando su joven padre la tomo en brazos y comenzó a darle vueltas en el aire.

Aquello ya era un recuerdo lejano en la memoria de la princesa pelinegra, pero aún recordaba los feos moños que había hecho a su padre en la cabellera negra.

—¿Eh? —Alargó las "e". Dudó un momento antes de atreverse a preguntar—. ¿Todo está bien, padre?

—¡¿Y por qué no lo estaría?! —le respondió mientras la llevaba hacia el gran ventanal que tenía el salón con vistas a los jardines.

MevakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora