Angelina, siempre adoro el cabello de sus hijos. Se encargó de darle el cuidado necesario a este, desde los productos correctos, hasta peinarlos diariamente.
Desde pequeña, sus padres le hicieron miles de tratamientos para alisar su cabello, tanto mágicos como muggles. Ella no le guarda rencor a sus padres, eso era lo que debías hacer para encajar en esa época.
A ella misma le tomó años lograr aceptar su cabello tal como era así que para ella poder educar a sus hijos para que sintieran tanto amor por su cabello era muy reconfortante.
Amaba definirles sus pequeños rizos y hacerles trenzas. Le enseñó a George todo lo que debía hacer para arreglar a sus hijos y él también disfrutaba en gran parte de hacer ese trabajo, aunque era algo nuevo para él.
Él venía de una familia donde nadie tenía el cabello así, pero si algo era seguro sobre George era que amaba a su familia, así que estuvo totalmente dispuesto a aprender todo lo que pudiera sobre ello.
Para ella trenzar el cabello de sus hijos, era más que eso, era recordar su propia infancia. Los tratamientos químicos, las miradas extrañas de sus compañeros cuando tardaba mucho sin alisar su cabello, como si nunca hubieran visto cabello rizado... Aquellos recuerdos la hacían no desear algo así para sus pequeños. Quería que supieran que su cabello era hermoso, único y que debían amarlo tal como era. Y así, con cada trenza y cada rizo definido, Angelina no solo cuidaba el cabello de sus hijos, sino que también junto con George se encargaron de enseñarles a sus hijos a amar su cabello y a sí mismos.
El único problema por el que Angelina podía pasar era peinar a sus hijos y más cuando se trataba de Roxanne, pues aunque ama los rizos de su hija, ama peinarlo de mil maneras diferentes. Nadie dijo nunca que iba a ser fácil peinar a una niña de 4 años muy hiperactiva, que lo único que quería hacer era salir a jugar con su hermano y su padre al patio. Roxanne tenía el pelo un poco más manejable que el de ella, pero seguía siendo un gran reto.
—Maxine, quédate quieta —dijo tensa Angelina, intentando separar el cabello por secciones.
—¡OUCH, mamá, no me tires así! —gimoteó la niña mientras seguía intentando huir de los brazos de su madre y las piernas de esta que la tenían presionada contra el sofá.
—Maxine—
—Mami, papi y Freddy me deben estar esperándome y tú sigues tirándome el pelo—siguió gimoteando y retorciéndose.
—Maxine, tu padre y tu hermano no se irán a ninguna parte, no te estoy tirando tanto; y eso que mi madre nunca te ha peinado, tu abuela sí que sabe tirar del cabello —Angelina siguió trenzando y sujetando a la niña con sus piernas.
—Pero mami— sollozo falsamente la niña.
—Listo, Max—, no había ni siquiera terminado de hablar cuando la niña ya había salido corriendo hacia el patio.
Tal vez había terminado más agotada que nunca haciendo esto, pero todo valía la pena, al ver a su hija enseñarle orgullosa sus pequeñas trenzas a su hermano y su padre.
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Me gustó mucho escribir esto, no lo sé nunca había escrito algo así y me encanta espero que les guste.
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