7. Perdiendo la cordura

32 2 0
                                    

ANGIE WRIGTH

«Tenerte cerca es tan adictivo que no puedo negar que me causas algo más que miedo.»

No estaba segura de cuánto tiempo había pasado desde que Will se había marchado, dejándome sola, o sea, COMPLETAMENTE SOLA, ¿ven el problema aquí, verdad? Ya ni sabía que diablos pensar, me había rendido al tratar de descifrar sus intenciones, no entendía nada. 

¿Qué clase de secuestrador te salvaba de una hipotermia tratándote como a un pedazo de cristal que puede romperse en cualquier momento? Encima te dejaba sola sin vigilancia alguna sabiendo que puedes intentar escapar. Además me había desnudado y no se había aprovechado de mí ni nada parecido, incluso noté que trataba de ver lo menos posible y antes de irse lo había notado extremadamente raro, como si le dira vergüenza verme semidesnuda, la forma en la que había desviado la mirada me hacía deducirlo. 

Eso no cambiaba nada, es cierto, no había hecho nada indebido; sin embargo desnudar a alguien sin su consentimiento era demasiado enfermo, la pasé horrible, en ese momento estaba tan cegada por el miedo que por mi mente pasó lo peor, pensé que él... prefiero no mecionarlo. 

Recorrí todo el baño con la mirada, comenzando a sentirme bastante incómoda, con la ropa interior me sentía expuesta, sin contar que estaba en casa de mi maldito secuestrador, ¿cómo no estarlo?

Me dispuse a salir de la bañera, ya había estado mucho tiempo allí y el agua comenzaba a enfriarse. Al sentarme en el borde el frío me golpeó inmediatamente provocando escalofríos en mi cuerpo, me sequé rápidamente y envolví la toalla alrededor de mi cuerpo, mi resistencia al frío era pésima, pero creánme que no pensaba desplomarme de nuevo, no quería que Will me pusiera las manos encima valiéndose de esa situación como excusa.

Con duda y algo de temor salí del baño, haciendo la menor cantidad de ruido posible, puesto que no sabía cuál sería mi reacción al ver a Will, para mi desgracia fue lo primero que vi en cuanto puse un pie en la habitación, se encontraba acostado en la cama mirando al techo.

«Por Dios, lo que me faltaba.»

Respiré hondo, quise ignorar su presencia, pero en cuanto él se percató de la mía sus ojazos verdes se fijaron en mí con perversión.

«Maldito sea el momento en el que decidí caminar a casa.»

Quise volver a encerrarme en el baño nuevamente, pero Will ya había notado mi presencia y una parte de mí temía por lo que pudiera hacerme.

Solo me quedé en el mismo sitio con una expresión de disgusto e incomodidad mientras lo observaba, manteniendo una distancia prudente, la cual él decidió acortar cuando se puso de pie y avanzó hacia mí, a lo que yo instintivamente retrocedí, pero pronto mi espalda chocó con la pared. Sus ojos se clavaron en los míos mientras colocaba sus grandes manos a los lados de mi cuerpo, acarrolándome.

La situación fue incómoda; no obstante lo que sentí no fue miedo ni nervios, solo un extraño martilleo en mi pecho y mi puslo acelerándose repentinamente.

Le sostuve la mirada. 

¿Su altura era intimidante?, sí.

¿Le temía?, correcto.

¿Su actitud me confundía cada vez más?, afirmativo.

Peligrosa tentación 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora