Las cosas van a su ritmo, pero ella estaba tan acelerada que quería todo; precisamente su ambición lo quería todo. Dejar de hacerse la vida difícil era la primera. La segunda era sentirse viva, pero la principal siempre fué el.
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Este capítulo puede contener maltrato psicológico, si no te agrada puedes evitar leerlo.
Se suponía que no debía ver lo de esa noche tormentosa, pero tampoco me arrepentía. Fué lo más doloroso y a la vez tan bueno ver aquella escena y aclarar bien mi visión sobre ese tipo. Aún no podía llegar a soltar la idea de que podría cambiar... Sin embargo, lo hecho ya estaba. Esa imagen nadie la podía borrar de mi cabeza ni con la mejor demostración de amor que me diera mi padre. No lo pensé mucho... Bueno, quizás si. No dormí tanto como lo solía hacer.
—Ya debe ser la hora de despertar... —murmuré por lo bajo.
Sentí que dormí mucho. En ese mismo instante que dije eso, mamá entró a la habitación de golpe y con pasos apurados fué hasta la ventana y la abrió de par en par sacando un gran susto de mi parte y la de Mitsuo.
—¡Waa, la luz! —gritó Mitsuo.
Agarré mis sabanas y las tiré para taparme hasta la cabeza y que los rayos de sol no estamparan con mis ojos. Sentí como tironeaban la colcha desde el costado.
—¡Noo! —grité, algo berrinchuda por querer seguir durmiendo en mi cama.
—¡Vamos! Ambos tienen que ir a la escuela. Rei, seguro que tú no quieres repetir primer grado, ¿No? Solo pocos niños sin cabeza hacen eso. Y mis hijos son gente responsable con notas promedio y...
