Desde la primera vez te ame, a lo lejos te vi y ame tenerlo todo contigo.
Nuestro primer encuentro pudo haber sido insignificante para cualquier otra persona, pero para mí fue especial. Tu forma de hablar fue especial, tu forma de pensar me enamoró, fue hermoso conocerte, fue maravilloso saber de tu existencia. Te encontré sin buscarte, te abrace sin tenerte y te bese sin tocarte.
Te conocí más y más y poco a poco mi sentimiento fue más grande. Hoy mis cartas son hacia ti, todas mis poesías antes de ser escritas y las que ya escribí son para ti. Tu afición a las estrellas y el universo me hizo sentir como cuando un poeta por fin encuentra el título correcto para su colección de poemas de amor.
Por fin llegó el momento más esperado para mí y todas mis estrofas románticas. Tú también sentías lo mismo por mí, aunque tenías temor de intentarlo.
Me permití dar el primer paso porque tu afecto lo vale; tu compañía me hacía feliz y, como no ir detrás de la felicidad si me favorece, lo nuestro se fortaleció en poco tiempo. Antes de una relación, lo nuestro fue una amistad muy valiosa.
Tu afecto se volvió tan sincero que te confié todos mis sueños, todos mis temores, y mis más grandes anhelos.
pero... que hiciste tu con todo esto