Mis tres esposas [Hitomi Tanaka Fanfic]

#01 Hasta que la muerte nos separe

El gran salón estaba adornado con una opulencia que dejaba sin aliento a los invitados.

Candelabros de cristal colgaban del techo alto, proyectando destellos de luz suave sobre las paredes decoradas con paneles de oro y terciopelo rojo. Las mesas estaban vestidas con manteles de satén blanco, sobre los cuales reposaban centros de mesa de flores exóticas y velas perfumadas en candelabros de plata.

El pasillo central, cubierto por una alfombra roja, conducía directamente hacia un majestuoso altar situado frente a un gran ventanal que dejaba entrar la luz del sol poniente, tiñendo el espacio con un resplandor dorado. Dos columnas de mármol, adornadas con guirnaldas de rosas blancas y lilas, enmarcaban el altar.

Jean, el novio, estaba de pie en el altar, tratando de mantener la compostura mientras una mezcla de nervios y emoción lo invadía. No sabía cómo todo aquello se había hecho posible, casi de un día para otro, pero sabía con certeza que hoy sería el mejor día de su vida.

Entonces, comienza a sonar la marcha nupcial y todos los invitados se preparan para la llegada de la novia.

A medida que se abre la gran puerta, puede verse ingresar a tres personas.

La primera de ellas era una mujer, que contaba con una figura voluptuosa y bien proporcionada. Su piel tersa y luminosa tenía una suavidad de porcelana que reflejaba la luz de los candelabros. Sus ojos, de un profundo color marrón, irradiaban calidez y emoción, envolviendo a todos los presentes en su encanto.

Llevaba puesto un vestido de encaje blanco, que estaba adornado con intrincados bordados de hilo de plata que brillaban a la luz de los candelabros. La falda larga y vaporosa caía en suaves pliegues hasta el suelo, mientras que un delicado velo de tul, salpicado de pequeñas perlas, cubría su cabello recogido en un elegante moño.

Justo detrás de ella, otra mujer igualmente deslumbrante seguía sus pasos. Solo esta que esta contaba con una expresión algo diferente. Finalmente, una tercera novia, termina ingresando al lugar, caminando con una hermosa sonrisa en el rostro detrás de las dos novias anteriores.

No había ninguna clase de error, pues las tres señoritas presentes era las novias del caballero que las estaba esperando en el altar. Ellas caminan con gracia y felicidad hasta encontrarse finalmente con su amado novio.

– Lucen tan hermosas como siempre... mis tres Hitomis... – Dice Jean, justo antes de tomarlas a todas de las manos.

Pero la historia de este extraordinario, y tan irreal evento, comenzó hace un par de días.

Jean era un joven despreocupado, de veintidós años de edad, quien se la pasaba viajando de un país a otro con el dinero de sus padres. Su pasión por los deportes de aventura lo llevaba a buscar experiencias emocionantes en cada destino, ya fuera alpinismo en las montañas, parapente sobre paisajes impresionantes, o surf en olas desafiantes.

Es de esta forma que su estilo de vida lo llevo al Himalaya, más específicamente a Manali, lugar el cual tiene rutas bastante desafiantes. Ya listo y con el equipo adecuado para esta tarea, en conjunto con sus compañeros de aventura y un Sherpa, partieron por la ruta establecida para comenzar con su excursión. Todo iba como de costumbre en este tipo de actividades, comenzando el ascenso desde el pueblo de Jobra, que se encuentra a una altitud de aproximadamente 2,700 metros sobre el nivel del mar.

Pero ya pasadas las casi cuatro horas de recorrido una avalancha sorprendió al grupo, obligando a Jean y sus compañeros a buscar refugio de inmediato. Sin embargo, la velocidad con la que caía la nieve, y la proximidad de Jean a la única cueva disponible, hizo que él sea el único que pudiera ponerse a salvo de todas las personas que le acompañaban. Sin embargo, esto no parecía ser nada alentador, ya que, aunque no hubiera sido aplastado por las toneladas de nieve del lugar, había muy pocas posibilidades de que alguien fuera a buscarlo de inmediato y, peor aún, terminar dando con su paradero.