La marca en nuestra piel.

IronStrange

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Bueno, ya vine con un AU Soulmate, el primero, escrito para la llovizna del Club de lectura.

En esta historia hay una referencia a EMH y la verdad me gusta un poquito más el Steve de ahi, así que imaginenselo a él :)

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Las primeras marcas aparecen en Stephen cuando tiene 10 años mientras juega con sus hermanos. Es un rasguñito en la nariz, apenas perceptible, pero que sintió cuando se imprimió en su piel. Sus hermanos ríen y gritan porque su alma gemela ha dado indicios de existencia; cuando se acerca a su madre que lava los platos le dice que su alma gemela no debe tener muchos meses porque el rasguñito es propio de los bebés que aprenden y juegan con sus manitas.

Stephen sonríe emocionado y se une a la celebración de sus hermanos.

A partir de ahí siguen apareciendo más heridas, chiquitas y poco dolorosas que demuestran el crecimiento de su alma gemela. Por las noches mirando las estrellas sobre el capo de la camioneta de su padre sueña e imagina cómo será aquella persona que el destino ha elegido para él.

Cuando tiene 14 años aparecen moretones de cintos en la espalda y quemaduras en los antebrazos, llora por que le duele y también por el maltrato que recibe su alma gemela.

¡Solo tiene cuatro añitos, por Dios Santo!

Su madre se aflige y llora por las espantosas heridas ajenas que atormentan a su hijo, rogando por las noches que todo termine pronto. Stephen promete ser cuidadoso para no infligir más daño a su alma gemela, solo ocasionando una que otra herida para hacerle saber a esa persona especial que no está solo.

La vida sigue y el maltrato empeora y luego se detiene. El entra a la Universidad y entre las clases, exámenes y prácticas poco a poco se va olvidando de su alma gemela; el cansancio y el estrés nublan su mente y se borran lo que es importante.

Cuando se hace médico y su carrera asciende sus pensamientos giran aún menos en torno a su alma gemela; los premios, los elogios, las galas, los hombres y mujeres que inflan su ego y desfilan por su cama se convierten en un fuerte distractor.

Se olvida.

Se distrae.

Hasta que ya no lo hace.

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Sucede mientras está en cirugía, nada importante, solo rutina. Un pobre diablo que se accidentó en la moto y que por gracia de los dioses sigue con vida, cuando siente una molestia en su pecho. Su cerebro le dice que es un rasguño, la sangre que comienza a manchar su traje quirúrgico sugiere otra cosa. El dolor crece y crece, se tambalea en su lugar y entre la confusión y el pánico le grita a su interno o a quien sea que tome su lugar. Cuando tropieza hacia atrás temblando y gimiendo alguien se posiciona detrás suyo para sostenerlo y ayudarlo a bajar al suelo.

Escucha que esa persona grita, que ladra órdenes, pero su cerebro confuso y en pánico no procesa las palabras. Grita de dolor y trata de alejarse de las manos temblorosas que presionan su pecho en un intento de evitar que se desangre.

—¡Stephen! ¡Stephen! ¡Vamos, aguanta! ¡No, no te desmayes! ¡Aguanta! La ayuda ya viene en el camino, Stephen.

Girando su rostro hacia la voz que le resulta familiar logra distinguir cabello castaño y ojos llenos de lágrimas que reconoce al instante.

—Christine.

Susurra por última vez antes de que el shock y el cansancio lo arrastren a la inconsciencia.