Prologo

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Un don, así es como llaman aquellas habilidades que son propias de una persona, aquello que lo hace especial, que les fueron otorgadas como un obsequio. ¿Cuándo un don se convierte en una maldición?

Quizá cuando a causa de este, se desencadena una serie de eventos que podemos llamar destino.

Pensemos en el destino como si fuera una máquina compleja que funciona con diferentes engranajes, y si una de estas no funciona, nada de lo demás lo hará. Así que esta compleja maquina encaprichada por cumplir con su propósito encuentra la forma de repararse, de seguir se rumbo, que su función no se vea interrumpida. 

El destino es caprichoso, siempre encontrando como cumplirse, sin importar el desastre que deja a su paso, sin importar cuán difícil sea, tarde o temprano se cumplirá.

Así empieza esta historia, con un destino entrelazado con una era de dioses olvidados por los humanos. Con una vida que aún no iniciaba, pero que su inicio sería capaz de afectar el orden de la vida y la muerte. 

Una mujer tendría a su hija. Una niña con un don muy peculiar que marcaría su destino con un ser al que muchos tememos y que siempre evitamos nombrar...

Las fuerzas de la madre fallaban, había llegado su hora, pero ella no quería permitirse la derrota, no al menos sin luchar por darle una oportunidad a su hija. Se aferraba a la vida ¿Qué más podía hacer? sino tratar de salvar la vida que llevaba en su vientre.

Aquella mujer pedías al universo, a la vida, a quien pudiese escucharla, que salvara a su pequeña. 

Ten cuidado, con lo que deseas, y a quien le pides, nunca sabes quien puede escucharte. Ni que tan dispuestos estén a complacerte.

Hombres en ropas azuladas corrían de un lado a otro, debían actuar pronto para salvar aquella vida que ni siquiera había llegado a este mundo. Al mismo tiempo de entre las sombras de uno de los rincones de la sala blanca apareció un ser vestido de etiqueta rigurosa como si se tratase de una ocasión especial, y es que cada vez que este ser, se hacías presente era el momento de partir de la vida. 

Aquel ser pasaba desapercibido para todos en la sala, nadie notaba su presencia, él ya estaba acostumbrado a ello, a ser invisible, aunque siempre estaba ahí, esperando con paciencia a que todos cumplieran con una cita agendada desde su nacimiento. 

No existía para ninguno en aquella sala, excepto para alguien. El ser más inesperado, alguien que ni siquiera aquell extraña sombra podía imaginar que repararía su presencia.

Aquel ser venía por el alma de su madre. Llevar almas al lugar que les correspondía era su trabajo, uno que ahora le era indiferente pues su lapso de interés por la humanidad había acabado, aunque no por ello dejaba de asombrarse de lo complejo que podían ser los humanos y de las contradicciones que eran parte de la vida de esos seres que no eran como el. 

Esa niña que acababa de nacer se aferraba con fuerza a seguir en este mundo. 

¿Por qué todos se aferran tanto a eso que llaman vida? ¿Por qué le temían tanto a él. Si el paraíso de los muertos les esperaba. El solo cumplía su deber, se aseguraba de qué sus almas fueran a donde debían pasar la eternidad, ese era su trabajo, su propósito. Y sin ese propósito no era nada, era la única razón de su existencia, llevar almas al lugar que pertenecen, cuidar de ellas  para que no se perdieran ni se extinguieran. Se había acostumbrado a ser odiado por los humanos. 

Se acercó aquella niña con curiosidad, y entreabrió sus ojos cafés, al menos así le pareció a aquel ser. Esos ojos pequeñitos se quedaron quietos sobre aquella figura. A la que todos temían. La sensación de ser observado era desconcertante para aquel ser. Esa niña parecía saber que aquell sombra se encontraba allí. Su pequeño corazón latía cada vez menos. Se sentía extraño, ¿acaso alguien lo estaba observando?

La niña lo había cautivado, había despertado algo desconocido en él. Por primera vez sintió que no era solo un ser temido e odiado. ¿Era capaz de sentir ahora? En sus manos tenía el poder de dejarla vivir o arrebatarle se corta existencia, la hora de su madre había llegado, por eso estaba aquí, a eso había venido. ¿Pero ella? por primer vez no quiera hacer su trabajo, quería seguir observándola, deseaba entender qué era lo que esa niña estaba provocando en él. ¿ Por que ella parecía saber que se encontraba allí?

La recién nacida al sentir la cercanía de aquel ser, abrió fugazmente sus ojitos. Probablemente en agradecimiento, o por curiosidad. La extraña presencia pudo ver que esos ojos cafés se fueron entintando de un color plata, sus ojos ahora eran grisáceos, aquella niña ahora poseía unos bellos ojos platinos. Había creado un lazo sin  proponérselo con aquella niña al perdonarle la vida. 

— Dalias. Serás Dalias pequeña, así te llamare yo. 

Quiso tocarla, pero se arrepintió de ello, sabia que no podía soportar su toque funesto. Sin saberlo ni pensarlo interfirió la existencia de ambos. Después de todo era la muerte. Aquel ser sonrió, quería protegerla y así lo haría, se mantendría a su lado desde las sombras.  La muerte había sellado el destino de ambos.

— Nos vemos pronto pequeña

Su extraño don la había salvado, o tal vez la había maldecido. ¿Quién podía decir lo que era? Como dije: Todo depende del cristal con el que se mire, de la perspectiva de quien lea esta historia, de lo que elijan creer al leer esta narración.  

Lo cierto es que su vida había sido perdonada por la misma muerte. 

Cuando la muerte...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora