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—¿Crees que ella se presentará? —preguntó Jennie por tercera vez Rosé levantó la mirada de su email.

—Te dije, que podría o no podría de cualquier modo, el EF empieza en... —Miró su reloj—... diez minutos. ¿No crees que deberías conseguir que todos salgan y estén listos para empezar? Jennie había sido asignada a la tarea de armar y dirigir la sesión de EF de la mañana, pero no se movió.

—Sí, probablemente. Pero me estaba preguntando ¿y si quizás ella pudiera unirse a nosotros?

—¿Por qué pensarías eso? Ella no está aquí para trabajar con nosotros. Está aquí para escribir un artículo sobre nosotros Jennie asintió otra vez, aún holgazaneando y recargada sobre la puerta.

—Sí, eso tiene sentido. Aun así... sería bonito si llevara pantalones de yoga.

—¿Qué demonios son los pantalones de yoga?

—Lo que las mujeres llevan cuando hacen yoga. Ya sabes... esos pantalones ajustados que se pegan en la parte inferior un poco. —Jennie sonrió—. Apuesto a que se vería caliente en ellos. Vale, eso era más de lo que Rosé quería oír. Gruñó.

—Oficial Kim, salga de aquí. Ahora. 

Jennie podría haber estado fantaseando sobre el culo curvilíneo de Manobal en un par de pantalones de yoga, pero ella aún era bastante consciente sabiendo cuándo estaba cerca de un peligro mortal. Le dio a su jefa una mirada sorprendida, luego salió corriendo por la puerta de atrás. Rosé sacudió su cabeza, algunas veces se preguntaba si el montón de tiempo que Jennie pasaba jugando con la electricidad le había dañado más allá, pero tenía un punto. Rosé no estaba exactamente segura de cómo se verían los pantalones de yoga, pero se imaginaba que Manobal se vería bien en algo ajustado. Sintió que su pene inmediatamente se endurecía... otra vez. Mierda. No había dormido nada anoche a causa de la erección que Manobal le había dado durante la cena. Había tomado una hora en la ducha con agua helada esta mañana para finalmente conseguir que la maldita cosa descendiera. Había sido afortunada incluso de llegar a trabajar a tiempo. Y ahora, con un simple pensamiento semi sexual sobre la belleza de pelo oscuro, estaba duro otra vez. Gracias a Dios estaba llevando un par de pantalones holgados. Habría sido una maldita vergüenza hacer el EF con el equipo de otra manera. Miró a su reloj. Aún tenía unos pocos minutos antes de tener que salir. Quizás podía pensar en algo más durante un rato y conseguir que su erección se relajara. Intentó enfocarse en lo que necesitaba hacer ese día, pero eso probó ser una idea estúpida porque lo iba a pasar con Lalisa Manobal. 

El propósito detrás podría ser serio asegurarse que ella no averiguaba que ella y sus hombres eran hombres lobo, pero por lo que su pene se preocupaba era que consiguiera pasar el tiempo con ese cuerpo sexy suyo. Prácticamente oyó un ruido seco cuando su dura erección presionó contra la parte inferior del escritorio. Maldición, la mujer iba a ser su muerte. Le había golpeado como un martillo cuando entró en su coche con Manobal la pasada noche. Ella había olido realmente bien su olor había sido incluso más delicioso cuando había abierto la puerta de su apartamento. Pero todo eso palidecía en comparación a lo que era estar en un espacio pequeño y cerrado con ella. El perfume que había llevado combinaba perfectamente con su olor natural para crear una fragancia tan atractiva que casi se había salido de la carretera por estar tan distraída. Y eso había sido el comienzo toda la cena con ella había sido una broma larga y lenta. En la manera que habían estado apretadas en esa mesa reservada tan cerca, por la manera que su rodilla había rozado contra su pierna la mayoría de la noche, por la manera en la que ella se había acercado y mordisqueado su cena en esa manera lenta y sensual que tenía, por la manera que había respondido a todas sus preguntas en esa voz sexy suya, Ella había estado tan caliente que no se había dado cuenta que había comenzado a acariciar su pierna hasta que el estruendoso latido de su corazón no pudo ser ignorado. Ella había tenido esa mirada distante, ojos vidriosos de una mujer en algún serio placer. Entonces el olor de su excitación le golpeó, y casi había quedado trastornada. Gracias a Dios, Emile se había presentado en la mesa justo a tiempo, o no estaba segura de lo que habría hecho. Nunca había demostrado más disciplina en su vida como lo hizo cuando se rechazo su invitación para entrar. Pero tenia que conseguir algo de espacio entre ellas, conseguir colocar su cabeza otra vez, y conseguir poner su excitante lujuria bajo control. Esta era la seguridad de su manada, y la estaba perdiendo como una caliente adolescente. 

S.W.A.TDonde viven las historias. Descúbrelo ahora