Capítulo 1. El comienzo

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Hola a todos. Me llamo Evangeline y no voy a empezar mi presentación como las típicas "soy una chica normal, viviendo una vida normal". Porque claramente no la tengo.

Soy huérfana. Pero por suerte tengo a mi hermano pequeño Alex, bueno o más bien, lo tenía.

Al morir nuestros padres, cuando yo tenía 10 años y Alex 4, nos mandaron a un orfanato cristiano, donde unas monjas horribles "cuidaban" de nosotros. Cómo Alex era el más pequeño de los dos, fue al único al que adoptaron.

Y claro, yo fui pasando de casa en casa sucesivamente hasta cumplir la mayoría de edad.

Nunca supe quien adoptó a mi hermano, lo único que sé es que eran extranjeros.

Y bueno así empecé la búsqueda de mi hermano. Llevo así unos 4 años. Y se preguntarán, ¿lo he encontrado en estos cuatro años?¿Tengo alguna pista de su paradero? Pues no.

Lamentablemente solo soy una chica de 22 años buscando a mi hermano, el cual ha sido adoptado por una familia de bien y, para colmo, de otro país. Creo que se pueden imaginar la cara de los oficiales de policía cada vez que cuento la historia, y ellos siempre me dicen que no pueden hacer nada al respecto, por que como no ha sido un secuestro lo único que puedo hacer es crearme un perfil en cualquier red social, donde pueda hacerme ver y esperar a que mi hermano salga a la luz por arte de magia. ¡Vaya panda de incompetentes!

Sinceramente ya estoy cansada de que me traten por loca, tonta y desesperada en cada lugar al que voy, así que he decidido preguntar al único señor que sé con certeza que me va a ayudar.

Fui criada como cristiana católica, románica y apostólica, así que no podría ser otro qué, por favor redoble de tambores, Lucifer.

Se pensaban que sería Dios verdad, pues no. Me he quedado con ustedes, que divertido.

Como iba diciendo, Dios no me ha ayudado en nada en la vida, es más la ha empeorado, así que me he pasado al otro bando. Y bueno, aquí me tienen, haciendo un ritual satánico para que el señor del infierno me ayude a buscar a mi hermano.



Ya tengo mi pentagrama hecho de sangre de gallina, no mía. Valoro mi hierro en sangre, ya hago bastante perdiéndolo una vez al mes; mis velas negras, el circulo de sal, el grimorio de La Tercera Clavícula de Salomón, robado de la biblioteca, y como no, el lugar del ritual, la habitación de mi piso barato. Bueno, ¿comenzamos?

Al recitar las palabras, las llamas de las velas se elevaron, crisparon; las bombillas se encendieron de golpe y estallaron, las ventanas se abrieron de repente dejando entrar una fuerte ráfaga de aire que oscureció por completo mi habitación.

Estuve congelada y a oscuras el tiempo suficiente como para darme cuenta de que algo salió mal y que malgasté innecesariamente la sangre de una pobre gallina, así que cerré la ventana y revisé el ritual para ver donde tenía el error.

—¿Para qué me llamas? —la voz seductora de un hombre se escuchó en la habitación.

Me giro y no hay nadie.

—¿Hola?¿Quién anda ahí?

—¿Tú que crees?

Las velas se encienden de golpe y se aparece la figura de un hombre extremadamente atractivo de cabello oscuro desordenado, cercano a los treinta años, apoyado en mi puerta.

Hostias es él, el de verdad, no me lo creo.

—Lucifer, supongo. —intento disimular, vale.

—Supones bien jovencita —dijo acercándose a mí, mirándome con sus espectaculares ojos rojos—¿Y bien?¿Para qué me llamas? No tengo toda la noche.

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⏰ Última actualización: Jul 31 ⏰

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