Sin esperanza

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Abrí los ojos. Solo podía ver una luz que parpadeaba frente a mi.
Los volví a cerrar y cuando los abrí de nuevo, estaba en un campo lleno de flores de todo tipo de colores; podía saltar, correr y no cansarme ni desmayar, nada hacia que me detuviera.
Pero dentro de mi, sabia que era solo un sueño mas. Y desperté. Al mundo real. A la vida.

Cuando desperté sólo escuchaba lo de siempre: un par de ambulancias a lo lejos, gente llorando y gritando por sus familiares, y camillas rodando por el piso del hospital. Era sólo otro día en la sala de emergencias.

Era mi tercer día ahí. Desde que me diagnosticaron la enfermedad, he tenido dificultades, pero esta ves había pasado algo grabe.
Solo recuerdo lo ultimo que vi antes de que me desmayara y me tuvieran que internar.

Era un jueves normal, estaba con Sam en mi casa viendo películas, cuando de repente pasó. Al parecer se me detuvo el corazón por unos segundos.

Mis padres esperaban afuera de la habitación para cuando  terminara mi cirugía.
El doctor terminaba de sacarme un poco de sangre y luego salió de la habitación.
El doctor les decía algo, pero yo  solo pude alcanzar a escuchar el llanto de mamá y los lamentos de papá diciendo que no era posible. Yo no entendía lo que pasaba, aunque de alguna forma ya lo sabía.

El cáncer ya había llegado demasiado lejos, mis huesos ya estaban afectados y mis piernas ya no reaccionaban tan bien como antes. Debía usar una silla de ruedas 6 horas al día por lo menos porque si no lo hacía, mis piernas no reaccionaban y caía.

-llévense a su hija a casa y concédale todo lo que deseé.- dijo el doctor con un tono de lastima.

¿Alguna vez te preguntaste que se sentiría si supieras en cuanto tiempo ibas a morir? Pues yo no. Yo tenía esperanza; creía que iba a salir adelante con mi enfermedad y que iba a vivir por largos días, pero volvamos a la realidad; iba a morir.
A morir y yo lo sabía.
Ya nada tenía sentido, yo ya no quería nada.

Mis padres entraron a la habitación, pero sin decir nada.
Mientras la enfermera me enderezaba la camilla, mama me veía con una cara de lastima y papa trataba de no derramar lagrimas, pero yo simplemente me quedaba quieta.

No mostraba lastima ni tristeza, era como si mi corazón de verdad se detuviera, y mis sentimientos ya no reaccionaban.

Odiaba que me vieran de esa forma, odiaba que me tuvieran lastima y odiaba mi vida.

Llego la hora de salir de ese infierno y regresar a casa, que básicamente era como un segundo infierno.

Llegué a casa, mis padres me bajaron del auto con tanto cuidado como si yo fuera un muñeco de cristal.

-Déjalo- dije en voz baja- si me caigo o lastimo, seria solo algo que apresuraría mi muerte, y esta bien.

Mamá cambiaba su rostro de lastima y lo volvía en una especie de molestia, como cuando te insultan, pero no tenía porque ya que el insulto era para mi.

Me dirigí a mi habitación lentamente, azoté la puerta, me tiré en la cama y miré hacia el techo y comencé a pensar. Tal ves suene raro, pero últimamente pienso mucho y lloro poco. Es como si mi mente se adueñara de mis sentimientos y a estos los convirtiera en polvo.

Necesitaba tiempo para pensar y todo eso, ya que mis papás no habían dicho nada, solo me miraban y lloraban.

Pero en realidad ¿que pensaría realmente? ¿Hay algo en que valga la pena meditar? En eso fue lo que pensé.

Después de una hora, mis padres entraron en mi habitación para hablar conmigo; se sentaron sobre la orilla de mi cama y con una cara de lastima simplemente suspiraron.

-voy a morir. ¿Verdad?- pregunté 

Ellos solo se miraron con un nudo en la garganta.

-¿cuanto tiempo me queda?

Mi mamá comenzó a llorar. Era tanta mi desesperación y enojo que empecé a subir de tono.

-¿cuanto tiempo?-insistí- si no me dicen, me encargaré de que sea lo antes posible.-dije con un tono amenazador.

-esta bien hija, pero debes prometerme que no te harás daño y esperaras los tiempos que Dios decida.
El doctor dijo que 12 meses, pero para Dios no hay imposibles.-dijo papá tratando de animarme y tranquilizarme.

No sabía si por fin llorar o guardar silencio.

El silencio terminó ganándole al llanto como siempre. Fue un silencio tan profundo que sentí como si me traspasaba de un extremo al otro, con un toque de dolor, otro de depresión y otro de decepción.

Fue uno de esos momentos en los que sabía que todo lo que hubiera deseado durante toda mi vida se metería en una caja sellada, que sería arrojada al olvido.
Pero ese silencio se interrumpió cuando mamá comenzó a llorar.

-ten esperanza, nosotros la tenemos- dijo papá de nuevo tratando de hacerme sentir bien.

¿Esperanza? Esa palabra para mi ya no existía más.
************************************ ¡hola! Bueno este fue el primero capítulo de mi novela. Me gustaría saber que te pareció y si crees que debería seguir escribiéndola. Por Favor deja un comentario con tu opinión☺️

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