Único

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Humor/mini os

Miles de personas partieron directo a la sede de los Juegos Olímpicos, París. Entre todas esas personas se encuentra Checo un mexicano entusiasta del deporte y los viajes, claro que esto no se lo podía perder.

—¡Carlos salgamos esta noche!

No viaja solo, sus víctimas esta vez fueron sus dos ladrones de oro favoritos, Carlos y Fernando.

—¡Checo estoy cansado! —se queja Carlos desde la cama de su hotel.

—¡Vamos! —Checo salta en la cama como un niño pequeño—Solo salgamos un rato por favor.

—¡Nanooo!

Fernando sale del baño listo para solucionar el problema cual padre.

—Venga salgamos solo un rato.

Carlos se queja y Checo brinca de alegría. Le emociona estar en "la ciudad del amor".

Los tres salen en busca de diversión o comida, lo primero que pase... o lo primero que Checo encuentre. Por suerte encuentra primero la fiesta gracias a lo que Carlos llama "sentido mexicano" del más bajo, es como si la música llamara a su amigo, como si su oído se agudizará ante las risas y el ruido. Porque ahora están cerca del arco del triunfo entre una pequeña reunión de mexicanos.

La música suena a todo volumen, todos bailan, hay un hombre cantando con una bocina en su espalda y Checo se siente en una de las fiestas que su padre hace.

En cuanto se acercan alguien le pone un sombrero en la cabeza y lo sacan a bailar, Carlos también se ve envuelto en  el baile aunque él tiene el mismo ritmo que una tabla de madera, Fernando solo mueve su cuerpo de un lado a otro.

—¡¿Este era tu plan verdad?!

—¡Quiza! —Checo se ríe y sigue bailando—¡Tu solo diviértete chinga!

Algo llama la atención de las personas, un equipo de policías franceses llega, probablemente para ver que nada se salga de control.

Pero son mexicanos.

El tipo con el micrófono se apresura a gritar. —¡Ya llegó la policía!

Y se apresuro a reproducción "Hermano cayó la ley" cosa que a la gente le gusto mucho pues empezaron a gritar.

Por otro lado los policías solo podían sonreír y levantar sus manos ante la bienvenida que les daban.

—Esto es muy divertido. —dijo uno mientras grababa.

—Charles, debes trabajar no divertirte.

—Oh Max, que aburrido eres.

Mientras todos bailaban ellos debían vigilar, no entrometerse, al menos esas eran las órdenes que seguirían... de no ser por un bonito chico de pecas que se acercó a los hombre uniformados.

Para mala suerte de Max lo escogió para que saliera a bailar.

—No, no yo no bailó, gracias no. —esperaba que entendiera inglés.

—Oh vamos baila un momento.

La gente empezó a gritar algo que el no entendía pero al parecer lo alentaban a bailar.

—¡Que baile, que baile! —Carlos ahora era el más feliz.

—Y no querías salir.

—Calla.

Los dos se reían mientras veían a su amigo intentar bailar con el policía que le pareció atractivo cuando lo vio llegar.

—Vamos Max, baila.

Oro en desmadreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora