Capítulo 5

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JUANJO

Mis manos están posadas en sus caderas.

Las suyas en mi cabello.

Nuestras respiraciones entrecortadas se entrelazan, mientras mi lengua se abre paso en su boca para encontrar la suya.

Toco su piel desnuda y él tira de la raíz de mi cabello gimiendo.

— Fóllame...

El despertador suena, sacándome de mi sueño particularmente interesante.

Me incorporo en la cama gruñendo, tomo mi cabeza entre mis manos y suspiro. ¿Cómo hago para no pensar en él si incluso en mis sueños está en mi cabeza? Y lo peor de todo, es que ahora cada vez que entre en mi habitación, tendré esta imagen de Martín acostado en mi cama, desnudo, con gemidos escapando de su maldita boca.

¿A qué estoy jugando, joder?

Es el nuevo amigo de Lina, ¡realmente tengo que dejar de pensar en él de esta manera! Pero es más fuerte que yo.

E incluso en el baño el otro día... Soy yo quien le dice que no podemos hacer nada y al minuto siguiente le susurro al oído que follo como un dios.

Soy un idiota.

Pero me obsesiona.


*


Estoy sentado en una mesa de la cafetería cuando dos personas se detienen frente a mí. Levanto la cabeza. La chica es de baja estatura, con el pelo rizado y largo, y el chico es alto, delgado, también con rizos en la cabeza. Me miran fijamente.

— Eh... ¿Hola?

— ¡Hola! Perdona, debemos parecer súper raros, pero ¿podemos sentarnos contigo?

Me quedo mudo unos segundos.

— Ah, eh, sí, ¡claro!

Los dos se sientan frente a mí.

— Yo soy Bea —dice la chica.

— Y yo Álvaro. ¿Eres nuevo, verdad?

— Sí, llegué la semana pasada con mi familia... La verdad es que me siento

un poco solo aquí —respondo con una sonrisa tímida.

— ¡No te preocupes! ¡Puedes quedarte con nosotros ahora! —exclama Álvaro, visiblemente muy contento. ¿En qué carrera estás?

— Ingeniería naval...

Levanto los ojos al cielo al decir esas dos palabras.


— ¡Aparentemente, no parece apasionarte! —ríe Bea.

— Claramente no... —suspiro.

Bea y Álvaro son realmente simpáticos, bastante divertidos y despreocupados. Paso el resto de la semana con ellos y aprendo a conocerlos: Bea está en un curso de música, especializada en piano, y Álvaro en moda. Debo admitir que estoy feliz de que hayan venido a buscarme, empezar a estar solo comenzaba a pesarme.



Al salir de mi salón de clases, Álvaro me salta encima.

— ¡Juanjo! ¿Cómo vas? —dice con una gran sonrisa.

— Bien, ¿y tú? ¿Por qué tanta alegría?

No podemos tioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora