capitulo 2

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Narradora

Al llegar adrien pudo sentir un escalofrío, su casa le recordaba a una pelicula de terror, la luz parecía huir del lugar, las ventanas estaban tapadas por las cortinas oscuras, y su padre esperaba en el centro de las escaleras, como un asesino serial. Su rostro reflejaba enojo y decepción.

-me mentiste- soltó enfadado -como te atreves a desobedecer y escaparte?- reclamo -podrías haber tenido un accidente, o alguien podría haberte hecho daño- adrien se sintió mal, había olvidado que hace unos meses perdieron a su madre.

Al observar mejor noto bajo los ojos de su padre unas enormes ojeras y una barba descuidada. Sin duda era la primera vez que lo veía así.

-lo siento mucho padre, pero tenia que ir, no podía faltar hoy- el hombre lo miraba sin entender.

-ir a la escuela fue lo suficientemente importante para mentirme? Tan grande es tu deseo por alejarte y  pasar el rato con tu amiga?- preguntaba -tan rápido te olvidaste de tu madre?- esto lo hizo enfadar, no había mentira más grande que esa, el jamás podría olvidar a su madre.

-no podía fallarle, no de nuevo- dijo sorprendiéndose por el nudo en su garganta -la madre de chloe la abandono, esta vez corto todo lazo con ella -el hombre negaba.

-su situación no se compara con la nuestra- trataba de explicar -no se como puedes salir a divertirte, cualquiera estaría devastado, creí que tu y chloe eran mejores amigos, pero al parecer solo tu eres el único que se arriesga por ella, y esa malcriada no ha hecho más que ser una mala influencia para ti, es igual a su madre- adrien no podía creer lo que su padre decía, el recuerdo del funeral de chloe vino a su mente. La manera en que todos hablaban de chloe, la forma en que el mismo hablo, con el mismo desprecio con el que lo hacia su padre ahora.

-Basta! No sabes nada de lo que hizo por mi!- reclamo molesto, sorprendiendo a su padre -ella fue la única con quien pude hablar de mamá, fue la única que estuvo para consolarme y fue quien logro convencerte de inscribirme a la escuela a la que ahora se supone que no debo ir-

-tu no lo entiendes- pero adrien negó cansado.

-no, tu no lo entiendes, porque no estuviste ahí - el hombre se quedo en silencio, su mirada se ablando a la vez que sentía que lloraría mientras observaba a su hijo subir los escalones, uno a la vez -así que perdóname por mentirte, pero no me disculpare por aferrarme a lo único que me hace bien, con la única persona que me ayuda a recordar a mamá sin que me hunda en mi tristeza- lagrimas comenzaron a caer por las mejillas del rubio, el recuerdo de sus días de encierro en esa casa, su soledad, sus pesadillas y constantes ataques de pánico, su claustrofobia.

-h-hijo, yo no- pero adrien lo interrumpió, estando frente a el.

- no voy a renunciar a eso. Voy a ir a la escuela te guste o no, sin importar como- la mirada desafiante de su hijo estaba fija en el- solo quiero que me dejes ser normal como los demás, ya no quiero ser un modelo, jamás me gusto serlo, es lo que me aleja siempre de todos- observo a su padre en busca de su aprobación, algo, pero el ni siquiera se inmuto y sin más el  se marcho decepcionado encerrándose en su habitación.

El hombre estaba aterrado, su hijo quería alejarse de el, iba a dejarlo igual que su esposa. Tenia miedo, no podía permitirlo, en un ataque de ira imito a su hijo para entrar en su estudio, abrió su caja fuerte y sostuvo aquellas dos joyas que habían arruinado su vida.

-señor?- consulto asustado el pequeño kwami de la mariposa, detrás suyo estaba duusu.

-hazte a un lado- ordeno y aparto bruscamente al kwami- tu, abominación! Todo es tu culpa!- grito al pequeño kwami del pavo real.

tu abeja?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora