4. Conociendo Londres

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Max

Estar en silencio jamás me había parecido tan cómodo, Abby le da la dirección al conductor y mira por la ventana, la imito. Londres es frío y húmedo, siempre está lloviendo y es la razón por la cual siempre todos cargan con un paraguas.

Esto es relajante, el silencio no me asfixia como antes, solo espero que signifique que estoy sanando y no por la compañía.

Sigue engañándote hermano.

Hasta mi conciencia no duda en decirme que estar con esta chica es peligrosa.

Abby sigue mirando por la ventana y es mi única oportunidad para detallarla. El cabello largo con olor a frutos rojos, sus ojos reflejan el paisaje y creo que jamás en la vida había visto algo tan espectacular, la nariz respingada, los labios rosados; mal momento para mirarle la boca porque inconscientemente se muerde el labio y me obligó a apartar la vista.

—Llegamos, te prometo darte el mejor tour de tu vida— esboza una sonrisa radiante haciendo vibrar mi pecho.

Asiento y la veo pagar al taxista por más que me ofrezco para pagarle.

—Yo soy la guía y tú— me señala—. Eres el turista así que deja eso y disfruta— toma mi mano y me jala para empezar a esquivar a la gente y turistas interesando en...

—Ante la presencia de sus hermosos ojos tenemos nada más y nada menos que...— se detiene enfrente de mí para voltear y extender los brazos, moviendo las manos de una forma rara— el Big Ben—. Suelta con dramatismos y tengo que reprimir una sonrisa, hace tiempo no tenía tantas ganas de sonreir.

No puedo creer que esta chica me haga sonreír en un día de lo que sonreí en estos últimos meses.

—Es bonito— es lo único que digo, es una estructura preciosa por algo es un sitio turístico—¿Qué fue eso de las manos?—. Abby frunce el ceño y me ve indignada.

—Manos de jazz—. Es todo lo que dice como si eso lo explicara y terminó rendirme a la sonrisa que se dibuja en mi rostro—. Y no solo es bonito, aquí tenemos una leyenda— sonríe con nostalgia— mamá solía contarmela de niña.

—¿Y de qué trata?— El gran Big Ben quedó por completo en el olvido para mí. Ella merece toda mi atención aunque siempre la tuvo.

¿Sabes qué significa eso no?

Si lo sé, no seas pesado.

Que genio tienes, si se lo mostraras no te vería igual, de todos modos ni te diste cuenta que le dijo hermosos a tus ojos.

Ella no... espera ¿que dijo que?

—Dice que si estas destinado a estar con alguien en año nuevo, estarán los dos corazones enfrente del Big Ben, cuando suene la última campanada sus vidas quedarán entrelazadas y no habrá fuerza que los separe, no importará el tiempo o la distancia, su amor reconstruirá sus almas— me da una sonrisa nostálgica.

—¿Reconstruirá?— es lo único que no me queda claro en su relato.

—La leyenda cree que cada campanada cura tu alma si pásate un mal año entonces la última campanada curara sus corazones ligándolos de por vida.

—¿Y qué pasa cuando se acaba el amor?— No sé por qué se lo pregunto pero no pude evitarlo.

Empiezo a sentir la presión en el pecho y se me dificulta respirar un poco.

—El amor no se acaba Max— la miró dudoso, claro que el amor se acaba. Me está mintiendo en la cara—. Cuando estás con la persona correcta nunca se acaba el amor— suaviza su mirada, sus ojos son completamente espectaculares. Señala mi corazón sin tocarme el pecho y solo de pensarlo mis latidos se aceleran— el amor es inmortal, tu corazón no piensa cuando decide a quien amar, a quien querer solo lo hace y ya. No puedes volver el amor efímero.

Eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora