Prólogo. El retorno de la Reina.

618 131 27
                                    

Vienna Bellerose miró a su alrededor, la preparación resultaba desagradablemente familiar, y sintió que la inquietud le subía por la garganta como si fuera bilis

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Vienna Bellerose miró a su alrededor, la preparación resultaba desagradablemente familiar, y sintió que la inquietud le subía por la garganta como si fuera bilis. Creyó que no volvería, pero estaba justo a unos metros de la puerta de cristal donde podía ver el pasillo repleto de personas, al igual que lo estaba afuera. Quizás había llegado el presidente junto a ella y no lo sabía. Toda su vida atrajo las miradas de las personas sin intentarlo, incluso de aquellos que no sabían su nombre y todos terminaban queriendo ser como ella. Incluso si empezara a usar una bolsa de basura como vestidos, los demás comenzaron a usarlo. Ella hacía algo y de pronto todos lo hacían, así que cuando no regresó a clases después de las vacaciones de primavera, Beacon Hills entró en una clase de locura social. Solo unos metros más, podía hacerlo, vio su patético reflejo en el cristal, que parecía burlarse de ella. ¿Qué? ¿Vas a llorar?

Sacudiendo la cabeza para quitarse la idea de ese pensamiento, Vienna observó la tensa mano que tenía sobre las puertas. Era ridículo. Era Vienna Bellerose, las personas no deberían asustarla, aunque se le lanzaran encima o tocaran su cabello, seguro no se la comerían viva.

No hay por qué asustarse.

Los murmuró la siguieron cuando atravesó la entrada. La abeja reina había regresado y su enjambre parecía intacto, todos revoloteando y zumbaban alrededor, algunos sin querer acercarse más de lo debido. Tras sus largas vacaciones en Italia, decidió bendecir a todos con su magnífica presencia, palabras sarcásticas dichas por un chico pálido de lunares. Stiles Stilinski. Que había decidido rápidamente no toparse ni en pintura con ella, sería un caos el cual quería evitar, como un asteroide chocando con la tierra; Pero más dramático.

Sus oídos zumbaron. El tiempo se detuvo a su alrededor, parecía una película de terror, todos giraron sus rostros hacia ella. Caminar a través de ellos sería como caminar a la guillotina. Los tacones le incomodaban con cada paso que daba. No podía sostenerse de la pared para acomodarlos sin que comenzaran a hablar y hablar sobre ella. Se arrancaría las orejas si escuchaba otro comentario más sobre su cabello o ropa de marca. Aceleró el paso, casi corriendo, encontrando refugio en los baños. Sus pies probablemente le sangraban, pero no le importaba en lo más mínimo.

Se quedó parada contra la puerta.

Su respiración comenzó a calmarse mientras cerraba los ojos, el ruido blanco de las luces la distraía un poco, ni siquiera se había dado cuenta de que sus manos temblaban hechos puños. Fue entonces cuando abrió las manos y observó las marcas rojas que había ocasionado al encerrarse las uñas. Solo rogaba por silencio. Silencio y más silencio. Algo que desafortunadamente jamás encontraría en Beacon Hills.

Así que su paz solamente duró unos segundos mientras se dirigía al lavabo.

Las risas y parloteos la seguían, podía escucharlos tras la puerta. Quizás solo sería hoy. Después se olvidaría de ella, volviendo a su ritmo. Sabía que estaba equivocada, pero necesitaba tranquilizarse de una forma. La puerta se abrió. Un grupo de chicas entró al baño con una sonrisa de oreja a oreja, asustándola. Identificó en su vestimenta cómo algunas se querían parecer a ella. Como clones.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 02 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

CHECKMATE | Stiles Stilinski.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora