IV QUATRE

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La música sonaba y varias personas husmeaban por la mansión del hombre que, en vida, había sido uno de los más ricos del país. El ambiente era denso, casi palpable, y muchos sentían una presencia pesada que les resultaba amenazante.

- Atención, con ustedes el sucesor por decreto de la Bratvá.

El anuncio dejó a EunWoo furioso. ¿"Por decreto"? ¿Acaso querían subrayar que él no era digno del poder?

Los aplausos lograron calmar un poco su ira. Observó al que había hecho el anuncio y reconoció a SunWoo, uno de los leales seguidores de Jungkook.

- Después me ocuparé de él y de todos los que aún siguen fieles a Jeon. Si quieren seguir sirviendo a un muerto, los enviaré al infierno para que continúen lamiendo las botas de mi primo.

- Buenas noches a todos ustedes, queridos socios y amigos. - La voz de EunWoo resonó en el salón. - Como saben, hace un mes perdimos a una gran persona, nuestro líder y monarca. La familia Jeon tuvo que despedirse prematuramente de uno de los más grandes capos de la Bratvá. Pero no podemos detenernos. Es por eso que, junto con el gran consejo, decidimos que yo gobernaría la Bratvá. Como saben, en caso de que nuestro antiguo líder no dejara un descendiente, el segundo en la línea de sucesión por fuerza mayor ascendería al trono. Espero contar con su apoyo mientras buscamos vengar a nuestro querido Jeon Jungkook.

Los aplausos estallaron nuevamente, pero la presencia de Taehyung aún no había sido anunciada.

- Ahora les invito a salir al jardín principal y desenfundar sus armas para conmemorar la memoria de mi querido primo.

Aunque el desgraciado no se merece nada.

Cuando todos se disponían a salir, el joven anunciador aclaró su garganta y exclamó:

- Con ustedes, su excelencia, el gran consorte del emperador del inframundo, Jeon Taehyung.

La fuerza y elegancia con la que SunWoo presentó a Taehyung hizo que muchos se erizaran. El doncel, que había estado ausente desde el funeral de su amado, deslumbraba con su porte majestuoso. Era como si Jungkook lo estuviera protegiendo desde más allá, con una aura imponente y abrasadora. Taehyung caminaba con una seguridad absoluta, como si fuera el dueño del mundo, un reflejo de la grandeza que había compartido con su esposo.

- Querido - intervino EunWoo, molesto al ver que todos prestaban más atención a Taehyung que a él. - Acércate, quisiera anunciar nuestro compromiso antes de salir al jardín.

Taehyung le dirigió una sonrisa que a EunWoo le resultó despreciativa. Esa sonrisa de superioridad parecía un desafío.

- No vine aquí para anunciar tal cosa, Cha EunWoo.

El silencio cayó sobre la sala. Todos esperaban con expectación lo que Taehyung tenía para decir. Si no era su compromiso, ¿qué podía ser?

Según las tradiciones, los consortes que enviudaban y no dejaban un heredero estaban obligados a casarse con el sucesor elegido por el gran consejo. Pero Taehyung sabía que tenía el poder para desafiar esas reglas.

- Conozco todas mis obligaciones como esposo del líder de la Bratvá, - dijo Taehyung con firmeza. - Y también conozco mi poder.

EunWoo sonrió satisfecho, pensando que Taehyung aceptaba el matrimonio como una formalidad.

- Pero también sé que nadie puede tomar decisiones sin mi consentimiento. - Taehyung hizo una pausa para observar los rostros del consejo. La manera en que sus sonrisas se desvanecieron le dio satisfacción. - Después de mi esposo, el emperador, yo soy el segundo al mando y sucesor. Si decido tomar las riendas de la Bratvá, nadie puede objetarme. Desde el momento en que me convertí en el consorte de Jeon Jungkook, la Bratvá también pasó a ser parte de mi poder y control.

El murmuro de la multitud se hizo evidente. Era inusual que un doncel hablara con tanta seguridad sobre tomar el poder de una de las mafias más grandes del mundo.

- Esto es absurdo. Kim Taehyung, te ordeno que-

- Jeon Taehyung - interrumpió, visiblemente molesto. - No me dirijas la palabra sin honoríficos, ni me des órdenes.

Uno de los miembros del consejo, visiblemente incómodo, bajó la cabeza en señal de sumisión. La intensidad del aura de Taehyung era innegable, recordaba a la del difunto Jeon Jungkook.

- Esto no está bien - dijo EunWoo, intentando recuperar el control. - Taehyung, esto es absurdo. No puedes tomar el control de-

- ¿Quién te crees para dirigirte a mí sin respeto? - Taehyung alzó un poco la voz, furioso. - ¡No me hables de esa manera!

El hombre bajó la cabeza, intimidado. La furia de Taehyung era palpable, y su aura era imponente.

- ¡Suficiente! - En un movimiento rápido, EunWoo tenía a Taehyung entre sus brazos, con una pequeña navaja presionada contra su cuello. - Quería hacer esto por las buenas, KIM TAEHYUNG - gritó su apellido con intensidad, como si quisiera que su primo en el infierno lo escuchara. - Firmarás, no me importa si quieres hacerlo o no.

Taehyung sintió que la desesperación comenzaba a apoderarse de él, pero tenía que mantenerse firme. No podía llorar, no ahora. Necesitaba encontrar una manera de liberarse de ese loco.

- Puedes gritar mi apellido todo lo que quieras. Aquí todos saben a quién pertenezco. - Taehyung lo miró con desafío.

- ¡Cállate! - EunWoo apretó la navaja contra su piel, haciendo que Taehyung se estremeciera. - ¡Traigan al maldito juez! ¡Firmarás, o lo haré por ti!

Los fieles seguidores de Jeon miraban con pánico y desesperación. No podían permitir que el consorte muriera a manos de un traidor. Cha EunWoo era un traidor que había asesinado a su líder.

- ¡No lo permitiremos! - murmuró uno de los leales, mientras intentaban buscar una forma de intervenir sin arriesgar la vida de Taehyung.

La tensión en el aire era insoportable mientras esperaban que el juez llegara para decidir el destino del consorte y de la Bratvá.

𝙀𝙣𝙩𝙧𝙚 𝙍𝙪𝙞𝙣𝙖𝙨 𝙮 𝙋𝙧𝙤𝙢𝙚𝙨𝙖𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora