La Eterna Fiesta

"Hay una fiesta."

-Hay una fiesta. -Soltó Boris, después de haberme pasado el cigarrillo por doceava vez aquella noche.

-¿En serio, dónde? - Pregunté, mientras visualizaba aquel humo salir de mi boca, en dirección a la nada.

-Por... -Tardó un rato en encontrar aquella palabra que estaba buscando, pero, cuando volvió a hablar, noté que no lo había hecho-. Por ahí. No importa.

-Y quieres que vaya contigo, ¿Cierto?
-¿Esperabas que fuera solo?
-Siempre me dejas solo. Así que...
-Oh, vamos Potter. Esta vez no te dejaré solo. ¡Te lo prometo, confía en mí!

Suspiré y asentí, sabiendo que no me quedaba de otra, y era la mejor cosa que podría hacer, además de pasar el tiempo con Boris.
Susurré un pequeño "está bien", y él sonrió, encontrando mi respuesta, alentadora.

-¿Cuándo es?
-Mañana. En la noche.
-Vale.
-Y ponte mi ropa. No quiero que te veas tan diferente a los demás... Ya sabes. La fiesta es de Kotku.

Rodé los ojos ante su comentario. Claro que me pondría su ropa. Toda mi habitación estaba llena de ella. Claro, y tal vez una que otra cosa mía que desde hace un tiempo no veía.

-Nos vemos a las siete. Para llegar en autobús a las ocho.
-¿No es muy temprano?
-Nah, no te preocupes. La fiesta empieza desde las cinco. Lo que significa que llegan por las ocho. Estaríamos a buen tiempo.
-... Está bien. Supongo.
-Bien, nos vemos, Potter. Tengo que volver a casa.
-Vale... Nos vemos.