capitulo 2

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Han pasado unas semanas desde que empecé a acercarme más a ella. Aún no me ha notado, lo cual me resulta extraño. Tal vez es muy distraída o simplemente no le da importancia, pero sea cual sea la razón, me ha permitido observarla, aprender más de su vida. A veces desearía tenerla justo frente a mí, pero siento una mezcla de nervios cada vez que la veo, no importa si está cerca o lejos. Cada día parece más hermosa, y con el tiempo, ese deseo de tenerla para mí crece. Quiero que todo de ella me pertenezca: su sonrisa, sus ojos, sus labios, su risa, sus manos. Me enloquece pensar en ello.

Se ve tan inocente... Me encantaría corromperla, teñir su pureza con lujuria, convertirla en algo completamente mío, que ruegue por mis besos, que yo sea su deseo más oscuro.

—Señora, aquí están los papeles que me pidió—la voz de Ana me arrastra de vuelta a la realidad. Deja los documentos en mi escritorio, sus ojos fijos en los míos.

—Sí, gracias—respondo, desviando la mirada. Siento que me está analizando.

—Señora, me gustaría saber... ¿en qué estaba pensando? La vi sonreír por más de cinco minutos, es raro en usted.

Ah, así que era eso.

—Nada importante, solo pensaba en mi hijo Sunny. Últimamente me he relajado más y he podido pasar más tiempo con él.

No mentí del todo; mi mente no siempre está ocupada solo con esa desconocida que tanto me fascina.

—Si usted lo dice...

No volvió a tocar el tema, y seguimos trabajando en silencio.

Unos minutos después, me levanté de mi silla.

—Ana, saldré por un café. Avísame si surge algo porfa.

—Sí, no se preocupe.

Salí de la oficina y me dirigí al estacionamiento. Saludé a algunos empleados que me cruzaba en el camino, todos con la misma muestra de respeto que disfruto. Después de todo, me he ganado este lugar desde que salí de la universidad.

Al llegar al café, allí estaba ella, con su frappé de vainilla como todas las mañanas. Aunque hoy no estaba leyendo, estaba concentrada en su laptop. Se veía linda, incluso con algo tan casual como unos jeans Levi's y una camiseta. Me acerqué a ella y quise molestarla, interrumpir su concentración. Pasé junto a su mesa, pero ni siquiera me notó. Sonreí para mí misma y pedí mi café antes de decidirme a sentarme a su lado. ¿Qué es lo peor que puede pasar?

—¿Puedo sentarme aquí? —le pregunté con una sonrisa.

—Sí, claro —respondió distraída, sin siquiera mirarme.

—¿Vienes mucho a esta cafetería? —pregunté, intentando llamar su atención.

—Sí, está cerca de la universidad, así que aprovecho mis ratos libres para estudiar o simplemente relajarme.

—¿No te han dicho que es de mala educación no mirar a la persona con la que hablas?

Ella se detuvo un momento, cerró la laptop y finalmente me miró. Sus mejillas se tornaron de un suave color rosado al verme.

—Perdón... Estaba concentrada. No me había dado cuenta. Lo siento, señorita...

—Faye Peraya —respondí, extendiendo mi mano con una sonrisa—. Un placer.

—Yoko Apasra, el gusto es mío—respondió nerviosa, estrechando mi mano de manera torpe. La chica que parecía tan confiada hace unos minutos ahora se veía incómoda, y eso solo me resultaba más encantador.

Nos quedamos en silencio un momento. Podía ver la incomodidad de Yoko, pero para mí sus reacciones eran adorables. Disfrutaba la idea de jugar con ella, de empujarla un poco más allá de sus límites.

A lo lejos, escuché que llamaban mi nombre.

—¡Un café para Faye!

—Voy. Ahorita vuelvo —le guiñé un ojo antes de levantarme.

Fui por mi café mientras Yoko guardaba su laptop. Al volver, la conversación tomó un giro más casual.

—¿Y qué te trae por aquí? —preguntó Yoko, recuperando algo de su confianza—. No recuerdo haberte visto antes.

Si supieras, pensé, conteniéndome una sonrisa. —Pasaba por un café, pero te vi tan concentrada que decidí quedarme. Y no seas tan formal, háblame de tú.

—¿Ah, sí? —dijo riendo suavemente—. Creí que mientras más ocupada me veía, menos me hablarían.

—¿Quién te mintió así?

Entre risas, la conversación fluyó de manera sorprendentemente fácil. En poco tiempo, hablamos como si nos conociéramos de toda la vida. El nerviosismo de Yoko se desvaneció y se mostró bromista y relajada. Disfruté cada segundo, cada palabra que salía de su boca.

Entonces, sonó mi teléfono. Un mensaje de Ana. Tenía que volver al trabajo.

—Mierda... —murmuré entre dientes. No quería irme.

—¿Qué pasa? —preguntó Yoko.

—Debo regresar al trabajo —dije, con tristeza evidente en mi voz—. Pero ha sido divertido.

—Oh, qué mal... —respondió Yoko con el mismo tono desanimado. Pero de repente, una chispa de entusiasmo iluminó su rostro—. Antes de que te vayas, ¿me das tu número?

La sorpresa me paralizó por un segundo, pero luego sonreí.

—Claro —respondí, dándole mi número—. Te escribiré cuando me desocupe.

—Perfecto. Yo también debo volver a la universidad... Aunque ahora me dan menos ganas —dijo, haciendo un pequeño puchero.

—Te escribiré para que no te aburras. Nos vemos, Yoko —dije, con una sonrisa juguetona.

Nos despedimos y salimos del café, cada una por su camino. Mientras regresaba al trabajo, no podía dejar de pensar en ella. Yoko era más que una simple cara bonita; había algo en su personalidad juguetona que me intrigaba profundamente.

Al llegar de nuevo a la oficina, Ana me lanzó una mirada inquisitiva, como diciendo: "¿Por qué estás tan sonriente?". No necesitábamos palabras para entendernos; después de tanto tiempo trabajando juntas, esa habilidad venía naturalmente.

—Solo fui por un café y tomé un descanso —dije con indiferencia, aunque en realidad fue mucho más que eso.

Ana sonrió, pero no dijo nada más.

Finalmente, después de un largo día de trabajo, llegó la hora de irse. Al salir, el edificio ya estaba casi vacío, y el silencio se sentía como una liberación. Mientras conducía de vuelta a casa, intenté dejar de lado los pensamientos negativos sobre el trabajo. No quería que me persiguieran en mis sueños esa noche.

Una vez en casa, me dirigí directamente a mi habitación. El cansancio pesaba sobre mis hombros, y todo lo que quería era dormir. Me quité la ropa, me puse mi pijama y, mientras me lavaba el rostro, dejé que el agua tibia me relajara un poco. Sentí que el día finalmente se desvanecía.

Estaba a punto de meterme en la cama cuando mi teléfono vibró sobre la mesita de noche. Lo tomé, curiosa, y vi un mensaje de un número desconocido.

—No habías dicho que ibas a hablarme?

———————

Lamento en tardar tanto! 😿😿 tenía un bloqueo y, hace poco comencé la universidad así que estaré ocupado, pero intentaré publicar más constantemente <3 gracias por apoyar la historia.

Dejen algún comentario para saber que les gustó y, si tienen alguna idea también lo recibo con gusto ;)

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⏰ Última actualización: Aug 16 ⏰

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