El senderista muerto

I

Despertó con las gotas del viejo desagüe roto cayendo sobre su frente pálida y algo rugosa, un hombre de mediana edad yacía dormido en las ruinas de un lúgubre edificio en algún lugar del mundo -otro día, me pregunto si será igual que ayer. Se levanto y echo un rápido vistazo con sus prismáticos el longevo camino asfaltado de esta ciudad muerta y recobrada por la naturaleza. Simplemente un senderista muerto en una ciudad muerta.

Caminando por la larga calle arruinada y enmarañada sin rumbo ni propósito da una pausa de golpe mientras toma de su mochila con múltiples objetos reconocibles y otros inefables, un revolver. -no, no debo hacerlo, aún tengo fe. Quería dispararse con el arma, pero recapacito y arrojo todos los tiros al aire dejando una estela de humo con olor a pólvora recién detonada, igual que ayer. Echo a llorar. - ¡y si estoy solo! ¡solo! Pego un grito e insultos a los vientos para luego tirarse al suelo de esa interminable carretera infinita fría y desierta.

Cuando llego la noche en este extraño lugar el hombre solo se sentó a un costado de la carretera a mirar las estrellas y las cuatro lunas que iluminaban la noche, se le veía tranquilo pero indiferente, tieso como una efigie u obelisco de mármol cincelado de alguna vieja mansión de algún sitio lejano. Logro ser interrumpido por un ruido proveniente de una casa, eran voces - ¡voces, gente! Se precipito a dicha casa, pero algo le impidió cruzar el portal, como si fuese un sacrilegio invadir ese santuario de ladrillos y madera, de igual modo abrió la puerta de golpe, nada mas cruzar se le borro la sonrisa del rostro, una vieja televisión colgaba de un mueble reproduciendo en bucle una boda - ¿Qué? El no comprendió lo sucedido y con la mirada en blanco salió de la casa, se recostó boca arriba sobre el frio asfalto contemplando el cielo azul de la medianoche planetaria -tal vez y solo simplemente estoy solo. No tenia emociones en el momento y ya no le quedaban lágrimas, se rindió y esa noche como todas las noches hubo una estela de humo de pólvora, pero la siguiente noche no hubo nada, ni sonidos de pisadas.