Despertando de nuevo

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(T/n) abrió los ojos lentamente, una gran falta de calor lo hizo levantar la cabeza y observar su alrededor. Mileena no estaba con él, de algún modo ella se había ido.

(T/n) estaba allí, boca abajo en la cama con el cuerpo desparramado y desnudo tapado con una sábana hasta la espalda media.

"Mmh..." Balbuceó (T/n) adormecido. Las luces estaban apagadas y un destello de luz entraba por la ventana, acompañado del cantar de aves.

Él lentamente se levantó, su pecho y espalda tenían unas leves marcas de garras. Rápidamente recogió una camisa del suelo y se la colocó, junto con su pantalón y boxer.

Una fuerte sensación de hambre comenzó a llenar al chico, quién lentamente abrió la puerta de la habitación.

Al mismo tiempo, Mileena estaba sentada en una esquina de una oscura celda, con las rodillas presionadas en su pechos y sus brazos rodeando sus piernas. Ella sentía una extraña calidez en su vagina, una sensación ligeramente dolorosa pero muy placentera al mismo tiempo.

El sonido de una serie de pasos viniendo hacía la celda despertaron la curiosidad de Mileena, quién rápidamente alzó la cabeza.

Kitaba había llegado a la celda, poniéndose enfrente de está. Ella miraba con seriedad a Mileena, mientras uno de sus guardias arrastraba el cadáver de un Tarkatano lejos del lugar.

"¿No puedes dejar de matar incluso estando en mí palacio?" Cuestionó Kitana con un tono enojado.

"¿Que? ¿Vas a desterrarme, hermana?" Replicó Mileena, riéndose ligeramente. Sus fauses llenas de colmillos se abrían y cerraban al hablar.

"Sí, si con eso evito más muertes." Respondió Kitana. "No podemos seguir con esto, Mileena. Debes dejar de lado todo esto." Ordenó la mujer de azul, levantando un poco la barbilla mientras sus ojos observaban detalladamente a Mileena.

Mileena escuchó atentamente las palabras de su hermana, sus ojos entrecerrados. Ella lentamente se levantó del suelo, su postura era agresiva como si estuviera apunto de atacar.

"...Habrán la celda." Ordenó Kitana-kahn a sus guardias. Un hombre obedeció titubiante, abriendo el candado de la celda lentamente.

Los ojos de ambas mujeres se chocaron, desafiandose una con la otra. Mileena reflejaba odio y recelo, Kitaba reflejaba enojo y frustración.

Mientras Mileena avanzaba hacia adelante Kitaba no se movió, no perdió el contacto visual.

"Desde que crecí nunca pude dejar de pensar en ti... Nunca deje de pensar en como acabar contigo." Declaró Mileena, sus finas curvas moviendose de lado a lado al caminar. Su forma de caminar era singular, una mezcla coqueta y lenta.

Ambas mujeres quedaron cara a cara, sus cuerpos a menos de cuarenta centrimetros de distancia.

"... Entonces hazlo, en el caso de que eso te haga entrar en razón." Balbuceó firmemente Kitana, sacando lentamente dos abanicos de metal desde su espalda.

"Sólo por esta vez..." Dijo Mileena, haciendo una pausa antes de continuar. Sus dedos se flexiónaron ligeramente. "Sólo por está vez me unire a ti, Kitanae. Aunque está oportunidad para matarte me gusta." Admitió Mileena, sus ojos frunidos levemente.

Un leve resoplido de alivió salió desde la nariz de Kitana, quien seguía con su rostro serio.

"Excelente." Balbuceó Kitana con un leve tono suave. "Pero, la próxima vez procura no hacer tanto ruido, así nadie se dará cuenta de que abandonaste la celda." Dijo la emperatriz, dándose la vuelta y caminando lejos.

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⏰ Última actualización: Aug 12 ⏰

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Mileena x Lector.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora