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Le habían dado una segunda carta. Debe admitir que se sorprendió un poco, pensaba que esto solo sería cosa de una sola vez.

La carta, al igual que la anterior, era muy linda; escrita con una letra prolija y decorada. Se veía el esfuerzo y el amor en ella.

Permitió que sus amigos la leyeran. La carta fue pasada de mano en mano hasta llegar a su otro grupo de amigos, pronto medio salón sabía sobre el hecho que tenía una admiradora secreta.

Pidió la carta de regreso, contrario a la creencia popular él no era un idiota, bueno no tanto, y si apreciaba las cartas enviadas por lo que esta se iría a su cajon para hacerle compañía a la primera.

Un grupo de chicas se acercaron con la carta en manos y antes de entregársela comenzaron a cuestionarlo. Qué si conocía a la chica, qué si le gustaba, que contara como sucedió todo desde un principio.

—No les diré nada, Prim, dame la carta.

La chica solo rodó los ojos para después entregarla de mala forma, arrugando un poco la hoja en el acto. Decir que le había enojado era poco, pero no lo demostraría, no quería que sus amigos lo molestaran por ello.

—Eso parece más acoso que como una admiradora secreta, deberías rechazar las cartas Gem.—habló con voz melosa.

Rodó los ojos. Prim era linda y era su amiga, pero algunas veces lograba irritarlo de tal forma.

—Mhm gracias por tu consejo, ahora vete.—hizo una seña con la mano indicando que se fuera.

La chica castaña solo le sacó la lengua para después irse junto con su grupo de amigas a sentarse.

Guardó cuidadosamente la carta en su mochila, pronto el profesor entró al salón, se acomodó mejor en su asiento para prestar atención a la clase.

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