Epílogo

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Narra San

Todavía no sabía cómo había llegado a este extraño lugar. Lo último que recordaba era la conversación con el anciano en la tienda de antigüedades, quien le había hablado de un artefacto oculto en un bosque cercano. Pero ahora, dos guardias me escoltaban firmemente hasta un palacio imponente.

Me estaban guiando ante una mujer impresionante, una reina sentada en un trono, irradiando autoridad y gracia. Los guardias se dirigieron a ella:

—Majestad, encontramos a este hombre cerca de las puertas del palacio. Apareció de la nada.

—No parece ser de aquí, su vestimenta es extraña—añadió el otro guardia.

La reina, cuya mirada me atravesaba con curiosidad, se dirigió a mí con voz firme.

—¿Quién eres y cómo llegaste a nuestro reino?

Traté de juntar mis pensamientos, aún aturdido por el viaje.

—Mi nombre es San... No sé cómo llegué aquí. Estaba en un bosque buscando un artefacto del que me hablaron, y de repente, estoy aquí.

Ella levantó una ceja, claramente interesada.

—¿Un artefacto?...¿Qué tipo de artefacto?

—Un anciano en una tienda de antigüedades me dijo que había una posibilidad muy rara de encontrar un artefacto en un bosque cercano. Lo encontré y…algo sucedió. No sé qué es, pero creo que me trajo aquí.

La reina parecía pensativa. Hizo un gesto y un hombre anciano se acercó y le susurró al oído. Ella asintió, su expresión cambiando a una mezcla de asombro y alivio.

—Guardias, suelten a este hombre—ordenó.

Los guardias me soltaron y la reina se levantó de su trono con una gracia que me dejó sin aliento. Caminó hacia mí y, sin previo aviso, me abrazó. Sentí que mi corazón latía a mil por hora. Era la mujer más impresionante que había visto, y su cercanía era abrumadora.

—Bienvenido a nuestro reino, San—dijo en voz baja, sus palabras llenas de calidez—. Aunque no lo entiendas ahora, creo que tu llegada aquí no es una coincidencia.

—Yo... no entiendo. ¿Qué quiere decir?

—Todo se revelará a su tiempo. Pero por ahora, sé que estás destinado a jugar un papel crucial en nuestra lucha contra una gran amenaza. Confía en mí, como yo confío en ti.

Su abrazo fue breve, pero significativo. La intensidad de sus palabras y la sinceridad en sus ojos me hicieron sentir una conexión inmediata. Aunque estaba confundido y desorientado, sentí un extraño sentido de propósito despertando en mí.

Aquel anciano se acercó de nuevo y murmuró algo más a aquella mujer. Ella asintió y luego me miró con determinación.

—San, tu viaje no ha hecho más que comenzar. Te necesitamos aquí. Yo te necesito aquí.

No podía negar la atracción que sentía hacia ella desde el primer momento que la vi. Este mundo era extraño y desconocido, pero su presencia me daba una razón para quedarme y enfrentar lo que viniera. Mi destino estaba entrelazado con este reino y aunque el camino por delante era incierto, no lo recorrería solo.

Salí del salón del trono con la mente llena de preguntas, pero con una certeza: estaba destinado a algo grande en este mundo, y la reina  jugaría un papel central en mi vida.

El Reino de Ensueño Donde viven las historias. Descúbrelo ahora