➳ Bill Cipher siendo un ex esposo anexado.
Stanford Pines sin saber que eran esposos.
Amor.
" ¡Ya no le voy a pegar a los sobrinos, tambien son mis sobrinos, seis dedos, abre la pinche puerta o la tumbo, a la verga!
¡Tambien son mis sobrinos, ya...
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Bill Cipher siendo un ex esposo anexado. Stanford Pines sin saber que eran esposos. Amor.
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" Triángulo, en nombre de todos los jueces del amor, ¿QUÉ?"
Y colgó.
Bill miró el techo, luego al piso, luego al techo. Sonriendo con la mirada.
Miro a un lado, luego al otro.
Salto en círculos, una y otra vez, emocionado.
Su plan estaba funcionando.
Su Fordy estaba jugando.
Stanford Pines caería por Bill. Caería muerto, o enamorado. El punto es que terminaría cediendo.
Saltó una y otra vez, ahogando grititos de emoción, mientras planeaba su boda con Stanford, y solo por si la boda no funcionaba, también planeó el funeral Stanford.
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¿Cuántas son las probabilidades de que Bill pueda hacerles daño desde el lugar raro en el que él está?
Ya hizo los cálculos, y no son muy alentadores.
" Tio Ford ¿Cuantas son las probabilidades de que Bill si pueda hacernos algo desde dónde está?"
Pregunto Dipper, mientras entraba silenciosamente en el laboratorio de Ford.
Ford sonrió abiertamente, al fin, su sobrino favorito (No le digan a Mabel) poniéndose las pilas.
Pasó un año con los sobrios de sus padres y ya casi habían logrado volverlo tan amargado cómo ellos.
" Te lo aviso, no son alentadoras."
Estalló en risas. Sacudió y despeinó el no tan peinado cabello castaño. Incluso más alto que la última vez que lo había hecho.
Dipper río también, casi con el mismo entusiasmo de su tío.
" Con Bill muy pocas cosas son alentadoras."
Jadeo, la risa atorandose en su garganta, tosió mientras se removía, sentándose en una de las sillas vacías del laboratorio.
Esas sillas que no estaba seguro de dónde habían salido, que probablemente el tío Stan robó de algún otro establecimiento. Pues nunca había visto en toda la cabaña del misterio, ni siquiera antes de que llegara su tío Ford. Polvorientas y destartaladas.
Esas sillas que había decidido poner, sola y únicamente cuando decidieron que el sótano ya no era una actividad solitaria de el "Autor de los diarios"
Y ahora, era un encuentro familiar que se daba regularmente, todos sentados en las mismas sillas polvorientas y destartaladas, hablando sobre criaturas, y otros, burlándose de estas criaturas. En el que podía hablar despreocupadamente con su tío.
