Cuando Regulus Black despertó en 1991, después de que se suponía que debía morir doce años antes, se dio cuenta de dos cosas: una, el relicario que tanto había trabajado para robar nunca había sido destruido, por lo que el Señor Oscuro seguía con vi...
Advertencias para este capítulo: menciones de abuso infantil y tortura, algo de violencia gráfica, vómitos y ahogamiento.
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Regulus iba a morir.
Por supuesto, siempre había sabido que algún día moriría, pero siempre le había parecido una perspectiva lejana, una idea intocable que nunca se había molestado en contemplar. Estaba a salvo, era capaz, no tenía miedo, era un idiota. Debería haber sabido que ese día llegaría, pero era un idiota, nada más que un niño protegido.
Ya no era un niño protegido; su muerte estaba en camino.
Sabía que su muerte se aproximaba. Sabía el momento en que Kreacher regresara y le contara lo que había pasado. Sabía el momento en que se dio cuenta de lo que el Señor Oscuro estaba escondiendo. A veces pensaba que sabía el momento en que había dejado que el Señor Oscuro lo marcara. Sin embargo, el concepto de su muerte no se instaló por completo hasta que sintió el primer roce de agua fría contra su brazo. Había pensado que había aceptado su muerte, pero cuando las uñas comenzaron a desgarrar su carne y el agua comenzó a llenar sus pulmones, se preguntó si debería haber luchado un poco más para sobrevivir.
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El Señor Oscuro le pidió prestado a su elfo doméstico solo unos pocos pero memorables meses después de graduarse de Hogwarts. Regulus le permitió al Señor Oscuro tomar prestado a Kreacher, porque ¿qué otra opción tenía? Uno no le decía que no al Señor Oscuro a menos que quisiera tener un final doloroso. Kreacher desapareció durante mucho tiempo, dos días completos, pero cuando finalmente regresó estaba temblando y vomitando sobre sus pies. Regulus nunca había visto a un elfo doméstico enfermarse antes, especialmente no hasta el punto de vomitar en el suelo. Lo perturbó profundamente. Hizo lo mejor que pudo para cuidar de Kreacher, usando su habilidad limitada para curar al viejo elfo y escondiéndolo de sus padres.
Una vez que Kreacher se recuperó lo suficiente como para hablar, Regulus le preguntó qué había pasado. No se lo exigió, sino que esperó hasta que Kreacher se sintiera lo suficientemente cómodo para compartirlo. No le había ordenado nada a Kreacher en mucho tiempo, siempre preguntaba y esperaba, en lugar de forzar sus acciones. Su madre siempre lo llamaba débil por eso. Nunca supo si ella tenía razón.
