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Lukas había declarado que lograría que su prima fuera la mejor pasante de todos. El austrialiano creó una lista inmensa de cosas que debería tener el mejor pasante de Mercedes y Rhea iba a cumplir cada una de ellas.

La puntualidad estaba en las primeras filas.

Cuándo la australiana aparco su carro en el área subterránea de Mercedes, noto como parecía casi un lugar de película de terror, sin alguna alma o ruido alguno. Lukas parecía haberse emocionado de más.

Rhea hubiera deseado quedarse dormida en su carro hasta que fuera una hora decente, pero toda su atención se la llevó un maullido que resonó por todo el lugar. Un pequeño gato estaba jugando con sus patas, Rhea frunció el ceño al notar como el gato la miraba a pesar del cristal.

Ambos se observaban con detalle.

De un momento a otro, el gato con pelaje negro y pecho blanco disfrutaba las caricias de la australiana.

—¿Estás perdido? —pregunto Rhea al notar el collar del felino.

"Louis"

Estaba escrito en el collar plateado que se movía de un lado a otro en el cuello del animal.

—Tú dueño no es muy inteligente, Louis —se burla Rhea al notar que no había algún número en la placa.

El gato maullo en respuesta, logrando que Rhea sonriera de lado.

No podía entrar con el gato al edificio, habían carteles que lo dejaban en claro.

—No tengo comida... —dijo Rhea al notar como el gato mordía levemente sus dedos—. Sólo una galleta de avena, los gatos no comen eso ¿no?

El gato volvió a maullar.

La australiana dejó de estar en cuclillas y camino hacía su carro, el gato la siguió con rápidez. Al abrir la puerta Louis salto hacía el interior con facilidad.

—Te gusta la lavanda ¿eh? —jugueteo Rhea al notar como el gato olfateaba el carro—. No te subas ahí, tienes las uñas largas —Louis se había subido a la parte de arriba de la guantera.

El gato se paseaba por el carro como si fuera de él, todo bajo la mirada de Rhea.

—¿Quieres la bola? —dudo Rhea.

Lukas al tener mucho tiempo se la pasaba abriendo los cajones del departamento, había encontrado uno repleto de materiales de arte. Rhea terminaba recibiendo todas sus manualidades, entre ellas una bola peluda con ojos saltarines de llavero.

—Te lo regalo —se encogió de hombros la castaña, Louis le había puesto una pata encima al llavero y jugaba moviendolo de un lado a otro.

Rhea finalmente tomó sus cosas, cuando cerró la puerta de su carro y quiso bajar al gato de sus brazos, Louis parecía negarse. El felino estaba feliz con su nuevo juguete en la boca y en brazos de la australiana.

—No te puedo llevar conmigo —murmuro Rhea dándole leves caricias.

El gato volvió a maullar.

Para hacer un poco más extenso su tiempo con Louis, prefirió caminar hacia la salida del estacionamiento y dejar el ascensor de lado. Busco con la mirada a alguien más, pero el lugar seguía sin nadie a la vista.

¿Era día libre y ella no lo sabía?

Camino por los jardines con tranquilidad, hasta llegar a un pequeño arroyo dónde Louis decidió bajarse de sus brazos. Jugaba con los pequeños animales que estaban en el lugar, Rhea incluso pensó que había visto al gato observar su propio reflejo del agua.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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The Prophecy ──𝗧𝗼𝘁𝗼 𝗪𝗼𝗹𝗳𝗳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora