II. Extra

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🔞 HuskerRadio 🔞

⚠️ Continuación del día cinco ⚠️

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Yacía escuchando la radio mientras descansaba.

Tomó un pedazo de fruta del bowl y lo comió, degustando el sabor cítrico y ligeramente dulzón de las fresas. Un sonido gustoso brotó de lo más profundo de su garganta. La fruta estaba fresca y jugosa; vaya que su querida "mascota" había escojido lo mejor de lo mejor en el mercado.

Tal vez no le vendría mal recompensarlo.

—Husk~

Llamó desde la sala de estar cual niño quejumbroso. Al no obtener respuesta, arrugó el ceño y tomó aire para volver a llamarlo.

—¡Husk!

Otra vez sin respuesta.

—¡Husker Novikov de Beaumont, te estoy llamando!

—¿¡Qué carajos quieres!? —finalmente contestó, su voz haciendo leve eco desde la cocina a dónde se encontraba el pelirrojo cobrizo.

Siempre funcionaba cuando le decía por su nombre completo.

—¡Ven aquí, querido!

Husk rezonga en voz baja, soltando el cuchillo con el que picaba algunos trozos de fruta sobre la tabla de madera para limpiarse las manos brevemente con un trapo de por allí y ver qué era lo que quería su "dueño" ahora.

—¿Qué mierda quieres ahora? —preguntó de mala gana, entrando a la sala.

El moreno se giró un poco para verlo y hacerle una pequeña seña; indicándole que se acercara. El azabache rodó los ojos con molestia y, por defecto, obedeció. Se detuvo una vez estuvo parado a un lado del lugar del sofá en el que Alastor estaba descansando.

—Husker, cielo. —Husk frunció el entrecejo con recelo ante el empalagoso apodo—. Has sido un gatito muy fiel y obediente estos días, y me siento realmente orgulloso de eso. Sé que no es tarea fácil cuidar de mí en este estado —ambos miraron el vendaje alrededor del pecho de Alastor que era apenas cubierto por una camisa con los botones abiertos; todo gracias a una herida con el filo de un cuchillo que se hizo hace tan solo un mes y medio. Y ni hablar del pequeño esguince que se hizo en el talón, que le impedía caminar con normalidad.

Todo gracias al enfrentamiento que hubo el día de la reunión con los Morningstar. Una total suerte que Husk lograra sacarlo a tiempo de allí antes de que algunas de las muchas balas le diera. El ruso, afortunadamente, no había tenido daño grave; algunos moretones y rasguños pero de resto estaba en óptimas condiciones.
En cambio, él salió realmente afectado. Y cómo era parte de su trabajo –y en parte cargo de conciencia–, Husk lo había estado cuidando durante todo este tiempo y consintiéndolo con disimulo. Una prueba de ello eran las fresas que había cortado para él.

—Y por eso —volvió a retomar la palabra, el más alto lo observó expectante—. Pensaba en darte una gran recompensa.

Husk no pareció muy emocionado con respecto a eso, ni siquiera se exaltó; no hasta que una duda surgió al ver la sonrisa tan pícara del moreno.

—Un momento, —empezó a entenderlo—. ¿De qué tipo de... "Recompensa" estás hablando?

Alastor se encogió de hombros, fingiendo demencia mientras cambiaba la estación de la pequeña radio a su lado.

—Oh, ya sabes de cuál hablo. —achicó los ojos, provocando que sus pestañas se notaran más de lo normal—. ¿Crees que no he notado lo tenso que has estado? —apagó la radio, conectando una mirada serena pero con un toque de sensual astucia. Una mirada que provocó que el azabache tragara saliva con pesadumbre.

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