11: La fiesta

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Capítulo largo

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Yeonjun había puesto su clóset patas para arriba.

¿Qué demonios se ponía uno para ir a una fiesta de niños pijos?

Se encontraba hurgando entre sus camisetas solo pantalones de jean color gris puestos cuanto la puerta de habitación se abrió de imprevisto.

El alfa instintivamente saltó a cubrirse con una de sus camisetas.

—Oh por Dios, entonces si vas a ir a esa fiesta.—Exclamó Soyeon viendo el desastre de su habitación.

Yeonjun se irritó y le lanzó la camiseta con la que se había cubierto.

—Te dije que iría, ¿que estás haciendo aquí?

—Yeonjun, dijiste "iré a una fiesta en casa de alguien de la escuela, dile a Jungkook que recuperaré mis horas mañana" y colgaste, ¿se suponía que no creyera que era una broma?

Mientras se colocaba una camiseta azul marino respondió:–¿Por qué sería una broma?

—¿Tú? ¿En una fiesta?—Repitio Soyeon intentando mostrar su punto.—Dios, ¿qué demonios estás usando?

Yeonjun la miró, luego a sí mismo.

—¿Qué tiene?

—Usas esa camiseta para ir a trabajar, tarado, ponte algo mejor.—La chica omega avanzó hasta el vertedero de ropa junto al alfa y empezó a escoger.—Los jeans pueden quedarse, pero desaste de esa camiseta. Luce como si hubiese soportado su último lavado a penas.—Yeonjun hizo una mueca.

—No tengo ropa de niño pijo.

—Estoy segura de que si Beomgyu quisiera un niño pijo lo hubiese invitado...¡Está!—Le lanzó una camiseta, esta vez negra.

—¿Cómo sabes que voy con el?—Inspeccionó la camiseta.—Está me va un poco chica.

—Mejor aún, resalta esos pocos músculos que tú escuálido ser gano trabajando en el taller. Y no existe ninguna otra razón para que estés yendo a una fiesta así si no es por ese omega.

Yeonjun se deshizo de la camiseta azul y se colocó enseguida la negra. No bromeaba cuando debía que le apretaba un poco. La anchura de sus hombros había crecido durante el último año y la forma en la que la tela negra se le pegaba al cuerpo era testigo.

—Me lo pidió como un favor, está bien.

—Si, ya, claro. Toma esta.—Le pasó una de sus chaquetas de cuero viejas.

Está en particular, había pertenecido a su padre.

Yeonjun dudó, pero la mirada severa de su amiga lo convenció.

—Bueno, es mejor que nada.—Dijo mirándose a sí mismo.

—Estás guapo, tanto como tú puedes estarlo. Ahora ponte algo de colonia y vete yendo o llegarás tarde.—El alfa miró el reloj en su celular.

—¡Mierda!—Dijo tomando su billetera y llaves.

Casi llegaba tarde para recoger a Beomgyu.







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El omega castaño se aplicaba un poco de bálsamo labial, esperando que el alfa que había prometido acompañarlo esa noche apareciera.

La apuesta ;; Yeongyu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora