Historia #1: Una pareja de novios que no se besa

10 0 0
                                    

A quien este leyendo, ¿Por que sera tan difícil enamorarte de tu mejor amigo? Mi nombre es Helen, soy una chica desempleada y que no estudia de 23 años, vivo  con mi mejor amigo Abel, el tiene 24 años y ademas de trabajar se toma su tiempo para tomar cursos de lo que encuentre en internet. La casa en la que vivimos es un regalo del padre de Abel por haberse graduado y aunque me apena un poco decirlo, yo simplemente me colé y me quede con él. La verdad es que vivir con Abel fue mayormente una excusa para poder estar cerca de él, siempre me sentí en mucha confianza, no me mal entiendan, mi familia jamas tuvo nada de malo pero no era la misma confianza que tenía con ellos a comparación que con Abel. Fue un poco complicado convencerlo de que me dejara quedarme con él, pero al final acepto cuando le propuse que no me quedaría de a gratis, le prometí que yo me haría cargo de mantener limpia la casa, cocinaría, lavaría su ropa y todo lo que hace una ama de casa a cambio de que él me dejara estar con viviendo ahí.

Abel y yo tenemos años de conocernos, desde que estamos en la primaria de hecho. No recuerdo como es que nos conocimos pero si como fuimos creciendo juntos haciéndonos cada vez mas unidos. Eramos tan cercanos que habíamos rebasado la linea de la privacidad y vergüenza, incluso dormimos juntos en la misma cama! Uno podría decir que somos una pareja pero en realidad solo somos amigos. A veces me pregunto si es por esto que quizá el jamas ha traído una chica a casa. Ahora me siento un poco culpable, pero me alegra que aun no haya encontrado a nadie por que la verdad es que él me gusta.

Todo comenzó un día que él regreso a casa cansado y derrotado del trabajo, honestamente ese día yo solo había flojeado por lo que ni siquiera estaba vistiendo decentemente, llevando solamente una camisa vieja de Abel sobre mi ropa interior con los botones abiertos, dejando verlo todo. Me levante al escucharlo y corrí a recibirlo.

Helen - Volviste! Aunque creo que dejaste tu espíritu allá...

Abel - Jaja... Estoy muriendo...

Abel siempre fue muy amable conmigo y a pesar de que yo siempre fui muy descuidada el jamas se atrevió a herirme o tocarme indebidamente. Abel acomodo mi camisa comenzando a abotonarla y tapando lo que no debería estar al aire. Cuando dejo de hacer eso lo tome del brazo y lo jale hasta el sillón sentándolo y parándome frente a él.

Helen - Muy bien, tu quédate aquí y descansa mientras yo preparo la cena, estoy segura que unas deliciosas sopas instantáneas harán que te recuperes!

Abel - Hah?! Estas bromeando cierto? De haber sabido hubiera comprado cualquier otra cosa allá afuera...

Helen - Jajajaja es broma tonto, te preparare una ensalada de pollo con esas galletitas chistosas que tanto te gustan

Abel me sonrío con alegría recostado en el sillón y viendo el televisor completamente derrotado. Esa no era la primera vez que él llegaba así a casa, lo mas probable era por que en su trabajo alguien menosprecio su esfuerzo o lo cargaron de tareas drenando su paciencia. Pero así como conocía la causa de su frustración, también conocía la cura para recuperar su felicidad, primero era prepararle su comida favorita para la cena, después mientras cenaba acompañando su comida con una cerveza de raíz, le pondría una película horrenda, por alguna razón el disfrutaba de estas, después lo haría tomar un baño caliente para que relaje los músculos y para terminar, debía llevarlo a la cama y contarle mi día o algún chisme que supiera, a Abel no le gustaba terminar sus días pensando en su trabajo, prefería que le hablara de cualquier tontería antes que eso. Lo conocía como la palma de mi mano, no había nada que no supiera de él y eso me hacía sentir... Raro...

Mientras cocinaba el pollo para la ensalada, él entro a la cocina acercándose por detrás de mi hipnotizado por el olor del pollo cocido, en otras ocasiones esto hubiera sido muy normal para mi pero esta vez se había sentido diferente. Tome un poco del pollo y lo acerque a Abel para que lo comiera, cuando el lo tomo pude ver muy de cerca como su rostro brillaba en sincera alegría, lo cual de algún modo logro hacer que mi corazón se acelerara de tal modo que podía sentir como saltaría de mi pecho en cualquier momento.

A quien este leyendo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora