Victoria, en su oficina del Congreso, se preparaba para recibir a una invitada especial. La vicepresidenta de Uruguay llegaría en cualquier momento para una reunión que prometía ser tanto diplomática como personal. Mientras revisaba algunos documentos finales, la puerta se abrió.
-victoria, ya llegó- dijo el asistente.
-que pase- dijo con acomodando su papeles.
vicepresidenta de uruguaya entró con una sonrisa cálida. Ambas mujeres se saludaron con un apretón de manos firme y un abrazo cordial, reflejo de la camaradería que se había ido construyendo entre ellas.
Empezaron la reunión discutiendo temas de alianza entre ambos países. Hablaron de comercio, estrategias de seguridad compartida, y posibles colaboraciones en proyectos de infraestructura. Victoria, con su característico enfoque directo, planteó varias ideas suyas mientras la vicepresidenta uruguaya aportaba las suyas con perspectiva y sugerencias.
Después de una hora intensa de conversación política, ambas decidieron tomarse un respiro y la charla derivó hacia temas más personales. La vicepresidenta uruguaya, con una sonrisa, comentó lo difícil que podía ser equilibrar la vida familiar con las responsabilidades políticas. Victoria asintió.
-¿Y cómo está tu familia?- preguntó la vicepresidenta, curiosa por conocer un poco más de su colega argentina.
Victoria se relajó en su asiento, dejando de lado por un momento la formalidad de los asuntos diplomáticos.
-por suerte todo esta bien, como siempre. Los días son largos y las noches a veces más cortas de lo que uno quisiera-
La conversación fluyó con naturalidad. Hablaron de sus hobbies, de los libros que estaban leyendo. Compartieron anécdotas divertidas de sus respectivos países. La vicepresidenta uruguaya relató una divertida historia sobre un evento en Montevideo, mientras Victoria compartía una anécdota de su reciente viaje a Mendoza.
El tiempo pasó rápidamente, y lo que había comenzado como una reunión de trabajo se convirtió en un intercambio significativo y personal. Victoria la invitó a una taza de café. La vicepresidenta, Beatriz, aceptó con gusto.
Mientras esperaban que les sirvieran el café, las dos mujeres se acomodaron en los sillones de la oficina de Victoria, un espacio elegantemente decorado con un toque de formalidad. Un asistente trajo una bandeja con dos tazas de café humeante, y cada una tomó la suya, disfrutando del aroma cálido y reconfortante que llenaba el aire.
Beatriz, mientras sostenía su taza entre las manos, miró a Victoria a los ojos con una mezcla de curiosidad y sinceridad. Tomó un sorbo de su café, saboreando el momento antes de formular su pregunta.
-¿Y Javier?- preguntó, su voz cargada de interés genuino -¿Cómo anda?-
Victoria, quien estaba tomando su propia taza, hizo una pausa antes de responder. Sus pensamientos volaron brevemente hacia los recientes desafíos y responsabilidades que ocupaban la mente de Javier. Con una sonrisa ligera, levantó su taza y tomó un sorbo antes de responder
-Está ocupado con sus cosas, como siempre. Pero todo está bien-
Beatriz asintió, aceptando la respuesta con una sonrisa.
-Me encantaría conocer algún lugar lindo de Buenos Aires. Y, si es posible, también me gustaría conocer a Javier.
Victoria, que en ese momento estaba acomodándose en su asiento, levantó la mirada. Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro mientras procesaba la solicitud. Con la taza de café aún en la mano. -Claro, podemos hacer una visita a algún lugar lindo. Buenos Aires tiene mucho para ofrecer. y con Javier le voy a tener que preguntar si puede-
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𝖆𝖑𝖌𝖔 𝖕𝖗𝖔𝖍𝖎𝖇𝖎𝖉𝖔
Fanfiction𝘈 𝘱𝘦𝘴𝘢𝘳 𝘥𝘦 𝘴𝘶𝘴 𝘥𝘪𝘧𝘦𝘳𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢𝘴 𝘪𝘥𝘦𝘰𝘭ó𝘨𝘪𝘤𝘢𝘴 𝘺 𝘨𝘦𝘰𝘨𝘳á𝘧𝘪𝘤𝘢𝘴, 𝘥𝘦𝘴𝘤𝘶𝘣𝘳𝘦𝘯 𝘶𝘯𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘦𝘹𝘪ó𝘯 𝘲𝘶𝘦 𝘷𝘢 𝘮á𝘴 𝘢𝘭𝘭á 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘱𝘰𝘭í𝘵𝘪𝘤𝘢. 𝘊𝘰𝘮𝘱𝘢𝘳𝘵𝘦𝘯 𝘷𝘢𝘭𝘰𝘳𝘦𝘴 𝘧𝘶𝘯𝘥𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘢𝘭�...