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—¡Ava!— gritó su padre desde la sala —¡Se nos hará tarde!

—Carajo— susurró para ella, apenas iba a maquillarse para marchar al aeropuerto.

—¿En dónde te habías metido?— dijo su madre con las maletas preparadas —El vuelo es en media hora— le recordó.

—Ya voy— dijo con pesadez tomando su mochila que se llevaría en el asiento.

—Pasajeros del vuelo 8, dirección a Vancouver, Canadá, favor de abordar— se escuchó desde la bocina del lugar.

La familia Miller con mucha prisa cargaron sus maletas y abordaron.
El trayecto fue tranquilo, sin dejar pasar los obstáculos que asustaban a los pasajeros dentro del avión.

—Aquí voy yo— exigió una señora unos asientos delante de Ava.

Ava rodeó los ojos por el molesto ruido frente a ella, tomó sus auriculares y reprodujo una de sus canciones favoritas "The Night We Met".

....

—¿Dónde pongo esto?— preguntó la chica sosteniendo la maleta de su hermano Jack.

—Eso es mío— dijo él llegando al departamento arrebatandole la maleta.

—Entonces eso di— reclamó su hermana.

—Ava deberías pasear y conocer un poco más la zona— propuso su padre.

—Debería...— dijo —pero tengo cosas más importantes que hacer, por ejemplo visitar a Chloe— sonrió al recordar a su amiga que después de años no la veía —hace décadas no nos juntamos, quiero decirle que estoy de vuelta

—Temporalmente— dijo su madre.

—Si, eso— rió Ava —¿Vivirá en la misma casa vieja que sus padres nunca remodelaron?

—¿Por qué no le preguntas?— respondió su parte con una pregunta.

—No tengo su número— les recordó —pero iré a visitar allá, puede que aún siga ahí

Su padre asintió y le dió la copia de las llaves en caso de alguna necesidad. La chica tomó su bolso y dentro de él colocó sus cosas esenciales y partió fuera.

—Qué día— exclamó al sentir un par de gotas caer en sus hombros, sacó un paraguas que metió en caso de uso, y así fue.

Dió pasos más rápidos para llegar a tiempo antes de que la lluvia se soltara aún más. Suspiró con una sonrisa al ver la misma casa vieja que tanto burlaba a su amiga. Se preparó para tocar el timbre y una viejita abrió la puerta.

—Buenas tardes— saludó la señora curiosa —¿En qué puedo ayudarle?

—Mucho gusto— Ava extendió su mano —busco a una amiga que hace 4 años vivía aquí, ¿Sigue aquí?— preguntó asomando la cabeza dentro de la casa.

—Claro que sí— sonrió.

—¿Podría pasar?— dijo la castaña.

—Pasa, te prepararé unas mantas— le dió lugar a Ava y cerró la puerta.

—Y dime, Ava, ¿Qué te trae aquí?— preguntó la señora dejándole un té en la mesa.

—Como le decía, buscaba a Chloe y aún no ha llegado— dijo cansada de esperar.

—Es que aquí no vive ninguna Chloe— respondió con una sonrisa.

—¿Cómo? Pero usted me dijo que sí vivía aquí

—Cariño, yo vivo sola— le dijo —pero una niña no me haría mal

Ava se paró con rapidez del sillón y retrocedió al punto de chocar con la puerta.

𝙀𝙇 𝘾𝙃𝙄𝘾𝙊 𝘿𝙀 𝙇𝘼 𝙑𝙀𝙉𝙏𝘼𝙉𝘼 𝘿𝙀 𝙀𝙉𝙁𝙍𝙀𝙉𝙏𝙀 || Finn Wolfhard Donde viven las historias. Descúbrelo ahora