43. MALA IDEA

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El despertador sonó, provocando que me levantara completamente asustada ante el inesperado sonido.
Una extraña jaqueca hizo que maldijera a toda una nación mientras lograba agudizar mi vista. El aliento se escapó de mis labios al notar una habitación que no era mía mientras miraba despavorida, la situación.
La cama se encontraba desecha, el sitio a mi lado estaba abrigado por una extraña soledad y evidenciaba un extraño remolino en la habitación.
Con rapidez me levanté de la cama, tropezando con mi propia vergüenza hasta caer al piso. Maldije ante el inminente golpe, sin embargo, mi atención se dirigió a los dos empaques plateados, que yacían en el piso.
El cargo en mi consciencia era grande, sin embargo, aquello parecía importar poco, deseando abandonar el lugar.
Con cierto nerviosismo, tomé mi vestimenta hasta sentirme protegida. Mirando con detenimiento, pude observar los recuadros en las paredes, así como un par de fotografías en la mesa de noche, un extraño revoltijo se apoderó de mi interior al notar a un grupo de personas, en el medio, a un hombre junto a una mujer y dos chicos. ¿Acaso había fracturado un matrimonio? Aquello fue suficiente como para tomar mi bolso y caminar al pasillo que dirigía las escaleras.

Podía escuchar un ligero ruido en la planta baja, pensando en la forma más factible de salir.
Con cuidado, bajé cada uno de los escalones, intentando pasar desapercibida, sin embargo la puerta quedaba a unos centimetros del pasillo que dirigía a lo que suponía era la cocina.

— ¿Pensabas huir sin despedirte? — preguntó una voz detrás de mí, impidiendo que tomara el picaporte.

Tragué en seco antes de girar en su dirección. Aquel hombre que resultaba demasiado atractivo para ser real. Este mantenía el cabello ligeramente revuelto, producto de lo que supongo sucedió la noche anterior. La ausencia de su camisa producía inquietantes pensamientos en mi, sintiendo la rojez en mis mejillas ante mi interrumpido escape.
Este me miraba con los brazos cruzados, resaltando sus músculos tonificados, haciéndolo lucir aún más atractivo de lo que ya era.

—¿Tan malo resultó anoche? — preguntó, con evidente molestia — pensé que tus gemidos decían lo contrario.

Aquella pizca de burla hizo mi sangre hervir, ¿cómo podía tener el derecho de burlarse de mi?.
Con lentitud, pasó su mano por su cabello, acomodando parcialmente mientras se recargaba de la pared.

¿Qué se suponía debía hacer, fingir demencia? aunque ya era demasiado no podía recordar mucho de lo sucedido.

Miré su pecho descubierto, solo para notar un ligero tono rojizo.
Este hábilmente pareció intuir lo que miraba por lo que con delicadeza, colocó dos dedos en el sitio.

— ¿Por qué tienes que correr despavorida? La pasamos bien anoche — de nuevo, aquella burla y arrogancia se planeaban en su rostro. Deseando con todas mis fuerzas, estampar mi puño en su rostro.

— Ni siquiera sé tu nombre — por fin hablé.

De un momento a otro, este se encontraba rodeándome cual depredador a su presa.

— ¡Vaya! Es cautivador escuchar tu voz, más allá de los gemidos. Tienes una voz muy preciosa — este acarició gentilmente mi mejilla, provocando que retrocediera casi de inmediato — No pensé que quisieras que esto pasara más de una vez — sus dedos se colocaron sobre mi labio inferior — pero viéndote bien, estaría dispuesto a pasar todos los días contigo, en mi cama — no dije nada, simplemente el sonido que produjo mi mano contra su mejilla fue suficiente para hacerle saber cuánto cabreada estaba.

—  ¡Eres un imbécil! — espeté antes de empujar su cuerpo, evidentemente más grande que el mío, para salir de por la puerta principal.

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𝕽𝖊𝖕𝖚𝖙𝖆𝖙𝖎𝖔𝖓 (Pedro Pascal)  [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora