4 leyenda
Sara y el Collar de Perlas
En el corazón de Matalascañas, vivía un puchaina llamada Sara, una joven de cabello castaño y ojos verdes, cuyo mundo giraba en torno a su familia y sus amigos. A sus 16 años, su vida era sencilla y feliz hasta que conoció a Theo. Él, proveniente del bullicioso casco antiguo de Sevilla, pasaba cada fin de semana en Matalascañas, donde su corazón encontró un refugio en el amor de Sara.
Su amor era prohibido, no por las familias, sino por la distancia y las diferentes realidades que los separaban. Sin embargo, su conexión era innegable. Después de nueve meses de noviazgo, Theo le regaló a Sara un collar de perlas, asegurándole que era muy especial sin revelar el porqué. Sara, conmovida por el gesto, lo aceptó sin dudarlo.
Un día, mientras paseaban por la playa, dos hombres desconocidos atacaron a Sara. Theo intervino, defendiéndola con valentía, pero resultó gravemente herido. Los atacantes, sin embargo, no se detuvieron y atropellaron a Theo mientras intentaba volver a Sevilla.
Sara, desesperada, llamó a una ambulancia. A pesar de los esfuerzos de los médicos, Theo no pudo ser salvado. El dolor de su pérdida era insoportable, pero Sara se aferraba al collar de perlas como un último vestigio de su amor.
Meses después, mientras investigaba el pasado de Theo, Sara descubrió un antiguo manuscrito que revelaba el secreto del collar. Theo, descendiente de una familia con conocimientos ancestrales, había creado el collar con la intención de mantener vivo su amor, incluso después de la muerte. Según el manuscrito, durante la noche de luna llena y luna roja, si Sara cantaba su canción favorita, una balada italiana que ambos amaban, podría comunicarse con el espíritu de Theo.
La noche señalada, Sara se dirigió a la playa, el lugar donde su amor había florecido y se había desvanecido. Bajo la luz de la luna, comenzó a cantar. A medida que su voz se elevaba, sintió una presencia a su lado. Era Theo, su amado, que la miraba con los mismos ojos llenos de amor que la habían cautivado siempre.
Desde entonces, la leyenda de Sara y Theo se ha transmitido de generación en generación. Se dice que en las noches de luna llena y luna roja, si te encuentras en la playa de Matalascañas y escuchas una melodía italiana, es el espíritu de Theo que sigue amando a Sara.