**La Fractura Multiversal**
El caos en la ciudad se sentía como el final del mundo. Héroes y villanos se enfrascaban en una batalla épica en las calles, destruyendo todo a su paso. **Endeavor** lanzaba llamas incandescentes por doquier, intentando contener a un grupo de villanos liderados por **Dabi**, mientras **All Might** luchaba ferozmente para proteger a los civiles que huían aterrados. La batalla era feroz, y las probabilidades parecían estar en contra de los héroes.
En otro lugar de la ciudad, en un laboratorio subterráneo en la **UA**, **Mei Hatsume** trabajaba febrilmente en su último invento: un dispositivo para observar otras realidades. Su entusiasmo era palpable mientras ajustaba los últimos detalles, ajena al peligro que estaba a punto de desatar. Los destellos de luces y el zumbido de la maquinaria llenaban la sala, y el brillo en los ojos de Mei mostraba su impaciencia por ver los resultados de su creación.
De repente, una sobrecarga de energía hizo que el aparato se encendiera antes de tiempo. Un vórtice negro comenzó a formarse en el centro de la máquina, succionando todo lo que estaba cerca. Mei intentó apagarlo desesperadamente, presionando botones y tirando de palancas, pero era demasiado tarde. La energía descontrolada creó una distorsión en la realidad que rápidamente se extendió por toda la ciudad, absorbiendo a héroes, villanos e incluso a aquellos que estaban alejados del conflicto.
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En una parte remota de la ciudad, **Izuku Midoriya** y **Mirko** se encontraban en la intimidad de su hogar. Habían dejado de lado las batallas y el estrés del día a día para disfrutar de un momento juntos. La habitación estaba llena de una atmósfera cálida, con la suave luz del atardecer entrando por las ventanas, iluminando sus cuerpos entrelazados en la cama. Sus respiraciones entrecortadas eran lo único que rompía el silencio, y sus miradas llenas de deseo hablaban más que cualquier palabra.
Mirko, con una sonrisa juguetona, acariciaba suavemente el rostro de Izuku mientras hablaban en susurros.
—**Mirko**: "Izuku, ¿cuánto crees que tardaremos en tener esos hermosos bebés de los que siempre hablamos?"
Izuku, con una risa suave, le respondió mientras la abrazaba con fuerza.
—**Izuku**: "No lo sé, pero no me importa esperar lo que sea necesario si es contigo."
El calor del momento los envolvía, y cada gesto y palabra se convertía en una promesa compartida, ignorando el mundo exterior y sus problemas, al menos por un rato.
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Cuando los héroes y villanos recuperaron la conciencia, se encontraron en una sala blanca, impoluta, con un diseño minimalista. La confusión se apoderó de ellos al darse cuenta de que no había ninguna señal de la ciudad destruida, ni del caos de la batalla.
**Bakugo** fue el primero en romper el silencio, su tono tan explosivo como siempre.
—**Bakugo**: "¿Dónde diablos estamos? ¡¿Qué demonios ha pasado?!"
**Todoroki** observó a su alrededor, intentando analizar la situación con su habitual calma, mientras **Uraraka** luchaba por reprimir el pánico que sentía al no reconocer su entorno. Sus ojos recorrían la sala en busca de alguna señal de Izuku o de Mirko, pero no había rastro de ellos.
**All Might** finalmente habló, su voz grave llenando la habitación.
—**All Might**: "Parece que hemos sido transportados a algún lugar desconocido... Pero, ¿cómo y por qué?"
Antes de que pudieran teorizar más, una figura apareció en la sala, proyectada en una pantalla gigante que dominaba una de las paredes. **Julián Torres** hizo su entrada, su rostro serio pero con una sonrisa en los labios.