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Las pisadas en el agua resonaban a lo lejos dejando su pista de a dónde iría.

Con la mano en el pecho y la respiración agitada intentaba correr lo más rápido que pudiera pero, sentía que era un laberinto sin salida para el. ¿Acaso su destino ya estaba escrito?, si pero, el se aferraba a la idea de que podría huir de ese destino.
Se detuvo cuando su vista se sentía nublada y sentía como unas feromonas dominantes lo tomabanban como una cadena.

Se dejó caer de rodillas en el agua y gateo intentando escapar, su marca en el cuello comenzaba a brillar haciendo provocándole dolor, apretó su mano en su vientre al sentir como su mano se resbalaba dejándose caer en lo profundo del frío del agua, por su boca salían burbujas de oxigeno y su cuerpo era lo suficiente pesado para caer al profundo y morir en el este, afixiado.

Cerro sus ojos lentamente sintiendo que esa sería la única salida de su destino, aunque significará morir junto a apenas un pequeño ser que todavía ni siquiera se formaba y ya le había arrebatado su vida.

Cuando sentía que ya no resistiría unas manos tomaron su cuerpo llevandolo fuera del agua, todavía inconsciente lo dejaron caer en la arena sin cuidado.
Unos pasos firmes se detuvieron frente a este.

-¿Sigue vivo, cierto?..- cuestiono el hombre resentido, uno de los guardias asintió en respuesta- Si es así, tomenlo y llevenlo al palacio con el médico real- ordenó

Los hombres asintieron con la cabeza y tomaron al rubio para colocarlo sobre el hombro de uno de estos. Por su traje caían gotas de la fría agua mojando el césped.

Con el cuerpo debilitado comenzó a mover su mano con pesades

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Con el cuerpo debilitado comenzó a mover su mano con pesades. Los fríos ojos del pelinegro lo miraba con resentimiento al ver cómo había huido y con su heredero en su vientre pero, no podía dejar perderlo y para eso tuvo que intentar romper el lazo que los unia haciendo que su marca sangrara para hacerlo vulnerable a el.

No le importaba hacerlo sufrir con tal de conseguir lo que quisiera, y menos se lo impediría un omega insolente y barato, había matado a cientas de personas inocentes incluso de sus concubinas al darse cuenta de que eran inservibles para darle un hijo, pues su familia se lo exigía pero, con su hermana. Y el no podía ni siquiera tocar su blanca piel pues, se sentía como un abusador, ni en su noche de bodas la había tocado por el miedo a lastimarla.

Pero, con Hoseok era diferente; ya tenía pensado su castigo por su desobediencia e intento de escape. Sabía sus reglas de no tocarlo durante el embarazo pero, el no lo haría.

Dio unos pasos y se sentó sobre las sábanas del colchón mirando como se movía la mano de este. En un lento movimiento tomo su frágil mano y la acaricio, una blanca y suave piel vulnerable al contacto de este.

Con su otra mano saco un anillo de oro adornado de pequeños rubíes y detalles de plata, digno para alguien como Hoseok. Con la mirada fija en su mano acercó el anillo y lo coloco en su dedo anular dejandolo a la vista de todo al que se le acercara y tuviera el atrevimiento de tocarlo.

Dejo su mano caer en el colchón y miro el rostro del rubio, era simplemente perfecto y lo suficiente atractivo para todos los hombres, acercó su rostro a este y rozo sus labios en un sutil beso, miro a sus ojos cerrados y se alejo en un suave movimiento; se levantó del colchón y camino hacia la salida de la habitación sin decir una sola palabra

Los ojos de Hoseok comenzaron a abrirse y acercó su mano a su rostro frotando sus dedos contra sus sentidos. Se levantó de la almohada y soltó un bajo jadeo.

Cuando pudo finalmente retomar el conocimiento levantó la mirada, inspeccióno todo el lugar y ya no sabía si quería donde estaba.

-¿Que hago aquí?- murmuré dudoso entre todo el silencio de la habitación- ¿Dónde estoy- se cuestiono nervioso

La Orden Del Emperador Kim| VhopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora