La descubrí en una esquina donde siempre rondaban las sirenas, era tan llamativa como ver un girasol en medio de Sodoma.
Me le acerque e impertinente le ofrecí fuego cuando ella en los labios no tenia aun el cigarro. Fue gentil y canjeo mi valentía por una sonrisa.
- ¿Vives cerca? - Me pregunto
- Si- le conteste
Chasqueo sus mágicos dedos y de la nada apareció un taxi, abrió la puerta, aborde y ella no, dio recomendaciones especificas al conductor y luego le cerro la puerta a mis ilusiones, pero tras el vidrio abajo apareció su rostro, se despidió con el mas tierno de los besos que mis labios abrazaron jamas, cerré los ojos intentando de que no se escape la fantasía.
Para cuando los volví a abrir la calle se estiraba entre nosotros para siempre.
Ya ha pasado mucho tiempo desde aquella vez, el suficiente para no ser descartado otra vez por mi edad, la ciudad no dejó de crecer, aparecieron más esquinas y en con cada esquina nueva aparecieron más y más sirenas.
Hay muchas esquinas y muchas sirenas, pero a mi me sigue faltando un girasol.
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CUENTOS, RELATOS Y CONFESIONES
General FictionHistorias que nunca se deben contar completas