Part three: i miss your body

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Tomás acercó su puño a la puerta, dando algunos golpes con sus nudillos. No tuvo que esperar nada, apenas su mano se apartó de la puerta, su amor lo recibió con una sonrisa. No tuvieron que decir palabra alguna, Tomás entró y siguió a Iván hasta su cuarto. Había una mochila en la cama, estaba abierta y tenía algunas mudas de ropa, también otras cosas que no logró identificar.

El pecoso dejó un beso sobre sus labios, para luego caminar hasta su armario y sacar alguna que otra prenda de ropa. De allí sacó algunos buzos suyos que fueron robados por el más alto. Los dobló para que ocupen menos espacio en la mochila y los metió, así hizo con dos blusas y unos pantalones. Terminó de empacar con una sonrisa. Cerró el bolsillo grande de la mochila y abrió uno más pequeño, metiendo su libreta de dibujo y algunas cosas esenciales como su cepillo de dientes y dinero, el cual había estado ahorrando desde hace mucho tiempo.

Ambos se miraron cómplices, saliendo de la habitación en dirección a la puerta. No había nadie en la casa, nadie de quien despedirse. Era la hora de la siesta, no había ni un alma en el pueblo, por lo que guardar sus cosas en el baúl y salir del pueblo fue más fácil que respirar. En menos de lo que esperaban, ya se encontraban en la carretera. Iván encendió la radio, Elvis Presley los recibió en su viaje. La playa los esperaba.

Tomás se desvió un poco, subiendo por una montaña hasta el mirador

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Tomás se desvió un poco, subiendo por una montaña hasta el mirador. Una hermosa vista del sol bajando los acompañó. Arbillaga aparcó en el centro del mirador, dándose vuelta para estampar sus labios con los de Iván. Disfrutaban el sabor de los labios contrarios. Sus lenguas danzaban alegres, se enredaban y se acariciaban ansiosas. El mayor pasó sus pies hasta la parte trasera, sentándose en el medio. Acercó su brazo hasta la palanca de su asiento y lo adelantó lo más que pudo, luego poniendo el freno de manos.

Iván entendió su indirecta. Pasó su cuerpo hasta la parte trasera y adelantó su asiento lo más que pudo, para luego sentarse a horcajadas sobre Tomás. Las gruesas manos del otro tomaron sus caderas y las apretaron, para luego fundirse en otro intenso beso. Lamidas y mordidas se repartían por doquier, desde sus labios hasta el cuello del pecoso.

La ropa se hizo molesta y quitarla fue la tarea más fácil. El delgado cuerpo de Iván sentado sobre su cuerpo, su piel pálida, sus rojas mejillas salpicadas de galaxias, sus maltratados labios, las marcas en su cuello; todo era suyo. Las amplias caderas de Iván danzaban sobre su erección, quien pedía a gritos que haga suyo el cuerpo del contrario.

Los ojos de Buhajeruk brillaban, la luz del sol poniéndose hacía brillar los orbes miel del más alto. Un brillo dorado se conectó a los ojos de Tomás. Deseo, lujuria, amor y cariño. Todos esos sentimientos combinados.

Dilatarlo no fue un trabajo duro, siempre estaba listo para recibirlo, siempre con una sonrisa. Y cuando se adentró en su interior Iván no hizo más que gemir en su oído. El sol caía y las embestidas del mayor se hacían más rápidas y duras. Buhajeruk era escandaloso en la cama, siempre lo había sido, y Tomás amaba oír cada uno de esos sonidos obscenos. La noche acabó con un largo gemido de ambas partes y con Tomás llenando el condón con su semilla.

 La noche acabó con un largo gemido de ambas partes y con Tomás llenando el condón con su semilla

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Habían decidido dormir en el auto, estaban demasiado cansados como para seguir su viaje. Tomás sacó unas mantas de debajo de los asientos frontales y durmieron abrazados. Sus cálidas respiraciones y sus cuerpos juntos. El cariño que se tenían. Todo eso fue admirado por la luna.

A la mañana siguiente se vistieron y arrancaron de nuevo. Viajaron por horas y horas. Campo y más campo era lo que veían, pronto llegarían a alguna ciudad. Parada tras parada. Beso tras beso. Cada caricia marcada en sus pieles. Siempre recordarían aquella noche en la que hicieron el amor en el asiento de atrás.

BACKSEAT  ☆  spreen + rob .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora